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FÓRMULAS QUE MUEVEN EL MUNDO
Columna
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Ecuación infecciosa

Javier Sampedro

Hay dos tipos de invenciones evolutivas: los virus y las defensas contra ellos. La aparición de los mamíferos equivale a la invención de la placenta, el órgano formado por la fusión de tejidos de la madre y el feto que controla el tráfico de sustancias entre una y otro. Y coincide con la propagación por el genoma de un elemento retroviral.

El retrovirus permanece estable en cada especie, pero sus cambios -de secuencia y de posición- guardan una correlación muy acusada con la diversificación de los mamíferos en distintos órdenes, géneros y especies. Todos los simios, por ejemplo, tenemos retrovirus HERVIP, y los humanos en particular llevamos la versión HERV10.

"En el origen de cada linaje de animales placentarios ocurrió una colonización de alto nivel por elementos retrovirales", afirma el director del Centro de Investigación sobre Virus de la Universidad de California en Irvine, Luis Villarreal. "El linaje resultante mantiene de forma estable a esos parásitos genéticos, en su mayoría inactivos".

Un retrovirus es la versión biológica de una ecuación. Tiene un genoma de sólo 10 kilobases (10.000 letras) con sólo tres genes: gag, pol, env. El primero codifica (o significa) dos proteínas a la vez, las que componen el núcleo del virus; el segundo codifica tres, las que se ocupan de copiar el propio genoma del virus y de integrarlo en el genoma de su huésped. Y el tercero (env) se encarga de hacer todas las proteínas de la cubierta.

La responsable de la fusión de las células maternas con las fetales -la creadora, por tanto, de la principal estructura de la placenta, el sicitiotrofoblasto- es una proteína humana llamada sincitina, y la comparación de genomas ha revelado en los últimos años que no es más que un producto de env, el tercer gen de los retrovirus. Olvidé mencionar que, entre las principales funciones de env, está la de fusionar al virus con la membrana de las células. (http://www.pubmedcentral.nih.gov/articlerender.fcgi?tool=pubmed&pubmedid=16714059).

La placenta, por cierto, no es enteramente exclusiva de los mamíferos: también ha evolucionado de manera independiente en los escorpiones y -peor aún- en los onicóforos, unas orugas aterciopeladas que llevan arrastrándose por uno u otro lugar del planeta desde los inicios del Cámbrico, hace 540 millones de años, y que se encuentran por tanto entre los más antiguos animales de la Tierra.

En biología, cuando dos cosas encajan muy bien, lo más normal es que sean un virus y un antivirus.

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