"ETA también mintió en nuestra tregua"
En Bilbao, en su despacho, en una mañana del verano, Xabier Arzalluz repasa su vida y la política vasca. Acepta no ser ya "el perro guardián del caserío", pero desmiente, con su vehemencia, que sea, como asegura, un político en desguace.
Pregunta. Quienes le conocemos bien, señor Arzalluz, sabemos que hace ya mucho tiempo que usted se siente muy lejos de Madrid... pero no sé yo hasta qué punto su alejamiento de la política activa le ha alejado, más todavía, del foro, del poder del Estado.
Respuesta. La verdad es que respecto a Madrid-ciudad nunca me he sentido alejado, sino todo lo contrario. Yo me empecé a alejar de la política que se hacía en Madrid a partir de mi experiencia de diputado. Vivía allí, como es lógico; eran los primeros años de la Transición, la Constitución, el Estatuto. Fueron años muy duros, para mí muy duros, pues en la medida en la que uno no podía decir todo lo que pensaba, no podía aparecer como el que era, y, bueno, además yo recibí tales apaleamientos, en múltiples ocasiones. Aunque soy bastante duro, no dejé de sentir todos los palos que me dieron. Y me marché de allí con amargura. Luego, como consecuencia del cargo que tuve como presidente de la ejecutiva del PNV, primero en las etapas de Suárez y Abril Martorell y Felipe, y después en la de Aznar, que fue peliaguda. Se me hace profundamente desagradable el recuerdo de toda aquella política tan falsa y despiadada. Ahora que no tengo ninguna responsabilidad política le diré que lo que veo, la política que se está haciendo ahora, me parece una realidad marciana.
"No estoy de acuerdo con cómo se están haciendo las cosas en mi partido, salvo lo que hace Ibarretxe"
"Un referéndum serviría para saber si hay un arreglo de convivencia o no convivencia"
"Que un partido como el PP acepte más la versión de ETA que la del gobierno es esperpéntico"
"Si ETA acusa el PNV de ser 'el partido del negocio', yo les acuso de que el dinero lo sacan con la pistol"
P. Me pregunto si no estará hablando como habla un resentido. Porque nadie puede dudar de que con su retirada Euskadi ha perdido uno de sus más sólidos referentes y el PNV ha perdido su mascarón de proa. Pero quizá usted haya perdido más, ¿no?
R. ¿Yo? ¿Si yo he perdido más, dice? Mire, si fuera un ambicioso y hubiera estado en la política por las razones que han llevado a otros a aguantar, pues habría perdido, pero yo me marché, me marché porque tenía ya pasados los 70 años y creía, por decoro, que no podía estar en los tratos de la política. Pero que quede claro que yo me marché porque quise, ¡a mí no me han echado! No tengo ni resentimiento ni ambición política ni nostalgia, ¡no la tengo! Cumplí con mi función lo mejor que pude, aunque evidentemente podría haberlo hecho mejor, pero todo eso se acabó y le aseguro que no tengo ninguna tentación de actuar, de intervenir. Y podría intervenir, se lo aseguro.
P. Pues a mí me cuesta creer que no sufra usted el desarraigo del poder después de haber sido el poder en el PNV tantos años, y en la política vasca, y en la del Estado, alguien de quien no se podía prescindir.
R. Acepto serenamente el hecho real de que yo ya soy un individuo en desguace. Si yo fuera tan soberbio, como una vez me dijo Felipe González que era, pensaría que podría ahora tener un papel imprescindible que no lo tengo. Estoy en la posesión total de la normalidad que hoy a mí me corresponde. ¡No añoro nada! Y estoy bien. Es verdad que no estoy en modo alguno de acuerdo con cómo se están haciendo las cosas, ni en la política general ni en la de mi partido. Si yo hubiera seguido al frente del PNV, no habría hecho las cosas que hoy veo hacer, habría seguido otra línea, pero eso ya no es de mi competencia. ¡Ha venido otro! Por tanto, no puedo quejarme de nada, ni mucho menos intentar suplantar a nadie. ¡No sé qué tal les saldrá! A lo mejor les sale bien y resulta que ellos tienen razón y que yo no la tenía. Pero en general, en mis planteamientos, he sido mucho más duro de lo que estoy viendo que están haciendo los de ahora, salvo Ibarretxe. Tengo totalmente asumido que en cuanto me fuera iban a prescindir de mí. Y eso es así aquí y en el PSOE y en todas partes. En cuanto dejas de ser, en cuanto lo dejas, vienen otros y es que no se les ocurre ni consultarte. Aznar, por ejemplo, está ahí, encaramado en el FAES ese. Pero si se ha creído que puede volver, se equivoca; porque no se lo van a permitir ni los que están ni los que puedan venir. A mí eso también me podía pasar si intentara alguna maniobra para volver.
P. Supongo que no podrá evitar la frustración, la impotencia, de ver que en el PNV se están haciendo cosas que seguramente usted no haría.
R. No me gusta la política del PNV de cara al Gobierno de Madrid o respecto a lo que hay que hacer aquí. Yo, lo más parecido que encuentro hoy, más en mi línea, es la política de Ibarretxe, y por tanto ésa es la que apoyo. Y, bueno, de Ibarretxe... ya sabe lo que se piensa de Ibarretxe. En Madrid, en el Gobierno socialista, en el PP, en su periódico y en los demás.
P. Y en el PNV también, ¿no?
R. Algunos, algunos también están en esa posición contra Ibarretxe en la actual dirección del PNV, eso es cierto. Pero Ibarretxe tiene hoy detrás a la mayoría del PNV ¡Eso sin dudarlo! Y también en la dirección hay muchos que aunque no se les ve, aunque no lo declaran, porque son discretos, están claramente en la línea de Ibarretxe.
P. Una línea que en Madrid se considera radical, sin sentido, irreal, frente a la línea moderada y pactista de Josu Jon Imaz que...
R. ¡Pero si yo he sido pactista! ¡Hasta con Aznar hice mis pinitos, hasta que vi que no había nada que hacer con aquel hombre! Yo soy de eso que ha dicho usted, de esa vertiente radical del PNV, y para mí las formulaciones de Ibarretxe son fundamentales, son básicas. Y no estoy dispuesto a entrar en lo políticamente correcto de Madrid. Yo me callaré, transigiré, como lo hice en su día. Aunque hoy no tengo por qué callarme ni por qué transigir, salvo que estorbo, ¿no? Porque no tengo la misión de ir dando doctrina por ahí. Pero le diré una cosa cierta: en mi partido hay poca gente que sea atrevida, como yo, para decir hacia fuera lo que piensan. Y si no hay gente que diga que no está con Ibarretxe es porque todo el mundo está con él. Otra cosa son los compromisos que haya adquirido la gente, los que están en determinados puestos o los que quieren conservar un modus vivendi o una sinecura o un trabajo, los "interesados". Pero la gente llana nacionalista, ésa, está con Ibarretxe.
P. No sé si usted piensa que Imaz, por el contrario, se ha entregado a los socialistas, que le está poniendo las cosas demasiado fáciles a Zapatero.
R. No lo sé... Creo que Zapatero había intentado una cosa buena con la tregua y, por tanto, como le dijo Erkoreka en el Congreso, pues estaba de acuerdo, porque él ha intentado buscar una solución de diálogo y yo con eso estoy de acuerdo. Eso es lo que yo le pedía a Aznar y no hubo manera. Y todo aquello de Lizarra, pues fue un intento por nuestra parte de negociación con ETA: "Ya que no se puede con Madrid, pues si podemos conseguir entre nacionalistas", me dije. Pero no pudimos, no pudimos. Y eso que ahora exige Rajoy de que Zapatero entregue las actas. ¡ETA sacó todas nuestras actas, menos una, la que no le convenía, y ésa no la sacarán!
P. Quizá usted se sienta de alguna manera solidario con Zapatero, al que ETA ha acusado, como hizo con usted, de no cumplir compromisos que no están más que en la imaginación de los terroristas.
R. Desde luego, con nosotros ETA mintió. Sacaron como definitivos los papeles que quisieron, sólo lo que les interesaba. Y yo hasta entonces creía que ETA no mentía, entre vascos, quizá sea un cierto orgullo que tenemos de no mentir y de atenernos al pacto; pero con nosotros lo rompió todo, todo. Y no es que Zapatero esté pasando por la misma situación, pero, evidentemente... Esa gente exige condiciones, exige cosas que a mí no me extraña nada que Zapatero no se las dé porque no puede dar, ni de lejos, lo que esta gente pide. Pero yo lo que planteo es que si realmente en Madrid se creen que con el Estatuto se ha solucionado todo o con el Título VIII de la Constitución, y todo lo demás. Un referéndum serviría para saber si hay un arreglo de convivencia o no convivencia. Porque, yo, vasco, ¿qué quieres que piense, si no nos dejan ni expresarnos? ¡Así no se soluciona nada!
P. Lo que sí parece claro es que ETA con su versión de las negociaciones con Zapatero está intentando explicar, justificar, un próximo atentado, ¿no?
R. Hasta ahí no llego. Pero, desde luego, ETA siempre justificará sus actos, siempre echará las culpas al otro, porque eso en ETA ha sido una constante. Y lo harán con Zapatero y con cualquiera, si las cosas no van como ellos quieren. Y la verdad es que es muy difícil que las cosas vayan como ellos quieren porque el poder político de Zapatero, o de cualquier otro, es muy limitado en las circunstancias que hay en España. Y por eso es muy difícil negociar con ellos, aunque sea partidario de seguir negociando y negociando. Y creo que Zapatero debe seguir intentando la negociación aunque ahora, por las presiones del PP, lo niegue.
P. Lo cierto es que el PP ha pretendido que la versión de ETA sobre las negociaciones tenga más crédito que la versión del Gobierno. ¿No le parece disparatado eso?
R. ¡Eso mismo nos pasó a nosotros también! ¡Aquello del papel que ETA intentó colar como parte de los acuerdos y que era falso totalmente!, pero lo que decíamos nosotros en Madrid no lo aceptaba como la verdad; se aceptaba más la versión de ETA, pero era para ir contra el PNV. ¡Es absurdo eso! Que un partido hecho y derecho, aunque a nosotros no nos guste, como es el PP, acepte más la versión de ETA que la del Gobierno... ¡es esperpéntico! Al PP no le conviene darle la razón a Zapatero y, por tanto, se la dan al otro.
P. Pero tampoco se ha librado el PNV de los ataques de ETA por su posición en el proceso. Siempre fue el PNV el traidor, pero ahora es el corrupto, el "partido del negocio vasco".
R. Eso de calificar al PNV como el partido de los negocios no es justo. Y tengo que decir que en Herri Batasuna siempre ha habido sectores de gente que estaban bien forrados y que con eso de que se apuntaban a HB pues tenían garantías de que no iban a ir a por su cartera. Pero ETA no puede meterse en ese tipo de juicios, porque si pueden acusar al PNV de que saca dinero de quienes lo tienen y lo dan voluntariamente, yo acuso a ETA de que el dinero lo sacan con la pistola en la mano. Porque si a mí me dijeran que es el pueblo vasco el que sostiene a ETA, porque hay colectas voluntarias, gente que da. ¡Pero no es así! ETA tiene que financiarse, hasta su última bala, de lo que sacan, de los que tienen, claro, a golpe de amenaza de muerte, aunque ahora hayan bajado un poco el tono. Entonces ellos no pueden hablar del PNV como el "partido del negocio", porque el primer partido del negocio son ellos.
P. Que no trabajan, como no sea en el negocio de la muerte.
R. Eso es así. Pero no quiero caer en la simpleza, en la falsedad de quienes dicen que los de ETA viven estupendamente, que no les falta dinero, que son unos cobardes. ¡No, no! Meterse en una organización como ETA es algo muy duro y viven mal, viven mal; ahí no puede haber duda, viven una vida de peligro. ¿Quién arriesga hoy su vida, y por qué? Pero ellos tampoco pueden ignorar el efecto que hacen sobre los demás, y eso de que vayan poniendo la pistola en la cabeza del uno o del otro que tiene dos duros, porque muchas veces no son más de dos duros lo que sacan. Y con eso se financian todos, sin que nadie controle ni sus finanzas ni nada, porque ellos son "el pueblo" y tienen derecho a todo. ¡No, hombre! ¡Eso no lo aceptamos de ninguna manera! ETA lo primero que tenía que hacer es un examen de sus propios métodos. Y es verdad que el PNV tiene mucho poder, pero no se financia con las pistolas.
P. Oyéndole me convenzo, más todavía, de que sigue siendo el "perro guardián del caserío", como usted mismo se definió un día, frente al asedio de Madrid. Pero no sé si estaba usted preparado para ese día en el que ya nadie le esperaba en Sabin Etxea.
R. Estaba preparado psicológicamente para ese día. Y bien, yo en esos momentos me sentí muy querido por mucha gente de mi partido, pero también he sentido cómo otra gente, la que yo llamo los "interesados", pues te vuelven la vista y hasta hablan mal de ti. Y me duele que la gente que antes me halagaba ahora tienen que aparentar que no tienen nada que ver conmigo o están contra mí. Y le aseguro que para mí fue una liberación el dejarlo, porque la verdad es que yo he llevado una vida muy dura, y la prueba es que ninguno de mis hijos ha seguido mi camino. Yo me retiré a mi vida privada, que la llevo muy privada. Y frente a todos estos roqueros que vienen, y que no son de mi mundo, pues prefiero que piensen otros. No estoy conspirando ni he querido montar una resistencia frente a lo que se está haciendo en mi partido.
P. No son pocos quienes le sitúan a usted en la conspiración de Ibarretxe y Eguibar contra Imaz. ¿Usted cree que sobre el PNV planea otra vez el fantasma de la escisión?
R. Yo no conspiro contra Imaz. Pero yo estoy con Ibarretxe, de eso no hay duda. Y en la medida en que Imaz no esté con Ibarretxe, pues yo no estaré con él. Pero yo excluyo totalmente, ¡totalmente!, cualquier riesgo de escisión, aunque haya agoreros que lo digan. Ya sufrimos una, y eso no se volverá a repetir. Desde luego, yo nunca estaría en eso, pasara lo que pasara. Yo siempre estaría en contra de una escisión, viniera del sector que viniera, incluso de los más afines a mis posiciones.
P. Me gustaría saber cómo ha conseguido blindarse frente al odio que ha despertado su imagen durante tanto tiempo.
R. Lo único que realmente me ha afectado es que desde Madrid no se haya querido reconocer nunca el esfuerzo del PNV por contribuir a que el proceso democrático fuera posible, enfrentándonos incluso a ETA, que no quería que fuésemos a las primeras elecciones. ¡Y luego, en Madrid, nos excluyeron de la ponencia política de la Constitución! Pero también tengo claro que frente a una bandera, la española, nosotros hemos puesto otra, y yo he aparecido como el que llevaba esa otra bandera. Y a mí lo que me extraña es que no me hayan pegado dos tiros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.