La lucha por el alma de Elvis
Cada nuevo aniversario se comprueba que Elvis sigue fascinando: conserva su corona de padre fundador del rock como fenómeno multigeneracional. Es el papel que le atribuyen sus cabecillas más visibles, desde Bob Dylan a Bruce Springsteen. Saben que había música excitante antes, pero reconocen que Presley dio el impulso. Quizás no tuvo el impacto revolucionario de los Beatles pero, Lennon lo reconocía, el grupo de Liverpool hubiera sido imposible sin el rayo llegado desde Memphis. Para músicos de quintas posteriores, Elvis representa un ejemplo más complejo. Para entenderle, asegura Bono, de U2, hay que haber vivido en EE UU. Su carrera incluye los peligros (¡y las oportunidades!) del estrellato. Otros se quedan cegados por el esplendor de su fama y pretenden ser sus equivalentes o sus herederos: Michael Jackson hasta llegó a casarse con su hija.
En realidad, Elvis se ha transformado en un arquetipo, un paradigma de lo mejor y lo peor de EE UU. Su sentido cultural se dirime en las encarnizadas guerras entre conservadores y liberales, según se potencie el Elvis ultrapatriota y anticomunista o el Presley antirracista y hedonista.
También alimenta una fabulosa industria: ningún difunto reciente es explotado con tanta dedicación. Sus beneficiarios son los primeros en plantearse cuestiones que atormentan a todos los negocios necrófilos. Cómo blindarse legislativamente, como renovar su base de admiradores, cómo evitar caer en lo grotesco. Así, la compañía que gestiona su legado, Elvis Presley Enterprises (EPE), huye espantada de los imitadores y toda la subcultura del Elvis-está-vivo. También se evitan los negocios de gusto dudoso: no se autorizará, aseguran, el Cementerio Elvis, donde reposarían sus fans acérrimos.
Público joven
Y aquí entramos en el combate contra la biología: según pasan los años, disminuyen los seguidores fieles, que mueren o dejan de consumir. EPE presume de sus esfuerzos para llegar al público joven, como la irresistible remezcla de A little less conversation. Pero el disco salió de milagro: en EPE se horrorizaron cuando supieron que el autor de la nueva versión, pensada para un spot de Nike, firmaba como Junkie XL; las drogas son tabú en Elvislandia.
Los europeos han sido pioneros en potenciar la dimensión creativa de Elvis. En Londres se concibió la reedición de sus decisivas primeras grabaciones, The Sun collection, que su compañía estadounidense, RCA, despreciaba por su crudeza. También es europeo el sumo especialista en su discografía: Ernst Mikael Jorgensen. Él y otros estudiosos reiteran lo que se suele olvidar de Elvis: "Su pasión por cantar, su dedicación al arte de hacer discos". Ahora pueden, incluso, reivindicar facetas menos obvias, como las bandas sonoras de películas que destrozaron su reputación. El recopilatorio Elvis at the movies (Sony BMG) extrae muchas joyas perdidas entre la basura de Hollywood.
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