Messi sigue iluminando al Barça
Los azulgrana ganan al Bayern con otro golazo del argentino y se llevan la Copa Beckenbauer
No fue una pura pachanga veraniega, pero tampoco un partido de competición. Barcelona y Bayern de Múnich jugaron a medio gas, sin crear apenas ocasiones de gol. Pero cuando todo parecía indicar que el ganador de la Copa Beckenbauer se iba a decidir por penaltis, Messi hizo una genialidad de las suyas. El argentino debutó ayer en la pretemporada y palió la falta de gol del que fue tridente titular (Ronaldinho, Eto'o y Henry). Remató con la zurda, de volea y desde el borde del área, un balón rechazado por la defensa bávara. Rensing, que había sustituido en la portería a Kahn en el descanso, se estiró en la dirección correcta, pero el balón entró tras dar en la cara interior del poste. Un espontáneo profesional, que fastidia al Barça allí dónde va, saltó a la pradera con una bufanda azulgrana para rendir pleitesía a Messi. Los encargados de la seguridad dieron una exhibición de lucha libre y le redujeron ya al borde del campo.
BAYERN MUNICH 0 - BARCELONA 1
Bayern Munich: Khan (Rensing, m. 49); Lahm (Jansen, m. 47), Van Buyten, Lucio (De Michelis, m. 47), Ottl (Ismael, m. 87); Scholl (Ribéry, m. 52), Van Bommel (Zé Roberto, m. 47), Schweinsteigger (Wagner, m. 69), Lell; Altintop y Toni (Klose, m. 47).
Barcelona: Valdés; Zambrotta (Márquez, m. 46), Thuram (Gabri Milito, m. 60), Oleguer (Belletti, m. 88), Abidal; Xavi, Touré, Iniesta (Deco m. 46); Eto'o (Giovani dos Santos, m. 46), Ronaldinho (Messi, m. 46) y Henry.
Gol: 0-1. M. 85. Deco centra pasado desde la banda izquierda, Márquez peina hacia atrás y Messi empalma un zurdazo que toca el larguero y acaba en la red.
Árbitro: Félix Bryth. Amonestó a Oleguer.
Lleno en el Allianz Arena.
Lo de la Copa Beckenbauer era la guinda para la despedida de Mehmet Scholl, que se retira a los 36 años después de haber jugado 15 en el Bayern y haberse convertido en uno de los ídolos de la hinchada. El público le premió y llenó el campo, a pesar de que el partido se televisó en directo en el primer canal de la televisión pública alemana. Scholl jugó 52 minutos en los que demostró con varios de sus excelentes centros con rosca hacia dentro que todavía tiene mucho fútbol. Entregó su camiseta con el siete a la espalda a la gran esperanza del Bayern, el francés Ribéry, camino de convertirse en el nuevo ídolo del equipo.
Del partido de ayer no se pueden extraer muchas conclusiones. Los dos equipos están cortos de preparación, jugaron sólo en tres cuartos del campo sin apenas llegadas al área contraria, salvo un par de ocasiones del Barça que desaprovechó Henry. El francés no está fino. En el primer tiempo estrelló en el cuerpo de Kahn un tiro cuando el pase de Ronaldinho le había dejado solo ante el portero. En el segundo, Henry remató fuera un centro de Giovani dos Santos cuanto tenía toda la portería para él.
Los tres magníficos del Barcelona, Ronaldinho, Eto'o y Henry, se movieron sin cesar e intercambiaron una y otra vez sus posiciones, pero la cosecha fue nula. El Barcelona parece mucho más sólido con la presencia como centrocampista retrasado de Touré, que hizo un gran partido. La defensa no se despistó y no hizo ninguna de las tonterías que le costó la Liga. Dos centrales que no van a ser titulares, Oleguer y Thuram, se bastaron para evitar problemas a Valdés, quien dio muestras de inseguridad en el área chica. Con un par de salidas por alto en falso, estuvo a punto de propiciar un gol inmerecido a los romos delanteros bávaros.
El Bayern lo intentó todo en la primera parte por la banda derecha, donde Altintop no conseguía desbordar a Abidal, pero chutaba con fuerza de lejos, aunque sus disparos o salían fuera por poco o se estrellaban en las piernas de los defensores azulgranas. En la segunda parte, con la entrada del lateral izquierdo Jansen y Ribéry, el Bayern realizó varias incursiones por la banda zurda. Oleguer, que había pasado a lateral en vez de Zambrotta, tuvo que recurrir a la tarascada para frenar una vez a Ribéry y otra a Jansen, por lo que se llevó una más que merecida tarjeta amarilla. Fue la única del partido, indicio claro de la falta de tensión competitiva. Hasta el público, que no cesó de entonar diversos cánticos, se dio cuenta. Primero se dedicó a realizar la ola, síntoma inequívoco de que en la pradera no se jugaba nada, e incluso llegaron a pitar cuando en el último cuarto el partido dio señales de degenerar en pachanga veraniega. El golazo de Messi lo salvó y el Barcelona pudo llevarse este nuevo trofeo que lleva el nombre del presidente honorario del Bayern, el gran Franz Beckenbauer.
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