Adiós a Scholl, un futbolista de la calle
Con Mehmet Scholl, que ayer en Múnich jugó por última vez, casi una hora, en su partido de despedida, desaparece un futbolista que contradijo todos los estereotipos vigentes sobre el fútbol atlético, esos que hablan de mucho físico y una técnica limitada. Porque Scholl es esmirriado, pesa menos de 70 kilos, y aparentemente tiene poca fuerza. Pero su toque de balón y su depurada técnica le convirtieron en un ídolo en el Bayern donde jugó 15 años.
Era un futbolista callejero, de ésos que ya no se ven, con un toque excelente de balón que le permitía crear centros inverosímiles y meter muchos goles de falta.
A pesar de sus numerosas lesiones, llegó a jugar 392 partidos en la Bundesliga y marcó 98 goles. Con el Bayern ganó ocho veces el título alemán y una la Liga de Campeones, más varias copas de Alemania. Jugó 36 partidos con la selección y quedó campeón de Europa en 1996. Sólo le faltó jugar un Mundial para redondear su historial.
Se distinguió Scholl por sus frases ocurrentes, citadas con frecuencia estos días en Alemania. A la pregunta de qué hubiera querido ser en la vida respondió que "mujer de futbolista" o "perro de Uli Hoeness", el director deportivo del Bayern. En una ocasión dijo Scholl que su mayor hazaña había sido "sobrevivir en la piscina llena de tiburones que es el Bayern".
Se complicó la vida con una frase sobre los ecologistas alemanes cuando dijo: "Hay que colgar a Los Verdes mientras queden árboles". Hasta esta grave incorrección política le fue perdonada.
Messi está camino de alcanzar el mismo estatus en Barcelona. "Estoy cansado. Hace mucho que no jugaba y aún tengo que coger ritmo", dijo tras marcar un gran gol. "El Bayern está rodado y tiene grandes jugadores. Lo importante es hacerlo bien. El mister decidirá", añadió sobre la posibilidad de jugar junto a Eto'o, Ronaldino y Henry.
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