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Barrios de Barcelona en fiestas | Gràcia

De la legendaria Ruta 66 al interior de una mina de sal sin moverse de Gràcia

Las calles engalanadas son el principal atractivo y la seña de identidad de la fiesta mayor de Gràcia. Pero estos adornos, reclamo de turistas y barceloneses, tienen una vida efímera, pese al esfuerzo y los mimos que dedican a los decorados los vecinos del barrio, siempre temerosos de los vándalos capaces de destrozar en pocos minutos el trabajo artesanal de todo el año.

Para asegurar la supervivencia en el tiempo de los adornos, la Federació Festa Major de Gràcia -entidad vecinal que organiza los festejos oficiales- ha firmado un convenio de colaboración con el Museo Etnológico de Barcelona con el objetivo de difundir al máximo este patrimonio cultural de la capital catalana.

Con el acuerdo, el museo se compromete a custodiar los materiales etnográficos donados por la federación y a conservarlos en las condiciones adecuadas para garantizar su integridad. Hasta ahora, los decorados se reciclaban para elaborar los de futuras ediciones, aunque algunos detalles de los mismos se los quedan los vecinos como recuerdo. En el mejor de los casos, ciertas piezas ornamentales -las más espectaculares y aplaudidas- se exponían en el mercado del barrio. Y poco más. Una pena, porque algunos de los trabajos son dignos de admirar.

Curiosos boquiabiertos

En esta edición de las fiestas tampoco faltan adornos excepcionales. Así, la calle de Verdi, eterna favorita del concurso, deja boquiabiertos a curiosos y visitantes. Sus vecinos han trasladado al corazón de Gràcia el encanto de la Ruta 66, la mítica carretera estadounidense. Como siempre, el envite de Verdi es a lo grande: una gasolinera con toda su parafernalia, muñecos gigantescos, moteros que parecen recién salidos de Arizona... En su elaboración han participado varios inmigrantes residentes en el barrio. Con su ayuda salvan las carencias provocadas por el escaso relevo generacional, una tendencia que amenaza el futuro de la tradición de engalanar las calles de Gràcia.

Los vecinos de la calle de Tordera llevan varios años acariciando el primer premio y en esta edición van a por todas. Su propuesta consiste en recrear una mina de sal en la que han empleado, entre otros materiales, 15.000 vasos de plástico. En este enclave, el visitante no encontrará la típica barra exterior en la que se sirve cerveza sin parar, porque sus animadores apuestan por un modelo de fiesta que margina los excesos alcohólicos por considerar que éstos componen uno de los principales motivos de altercados y reyertas.

El mismo buen gusto decorativo se aprecia en la calle de Joan Blanques de Dalt, que gracias a una acertada combinación de papeles de seda consigue crear un ambiente marcadamente poético, dedicado en esta ocasión a la canción de Joan Manel Serrat Cremant núvols. El objetivo: conseguir que el visitante pueda darse un paseo por el cielo. Los vecinos de Joan Blanques de Dalt fueron los más madrugadores a la hora de colgar los adornos, un esfuerzo que les pasó factura porque la tormenta del pasado domingo causó algunos desperfectos en el decorado, ya reparado del todo. La mayoría de calles, sin embargo, se esperó hasta anteanoche, una vez finalizado el pregón inaugural.

En el tramo de al lado, Joan Blanques de Baix, los protagonistas son los animales que poblaron, al menos bíblicamente, el arca de Noé; mientras que los vecinos de la calle de Progrés han optado por imaginar cómo sería una selva amazónica en Marte. Los simpáticos monstruos de la plaza de Sant Miquel; el mundo acuático de la calle de Llibertat, la plaza del Raspall y la del Poble Romaní; los motivos de arte contemporáneo de la de Rius i Taulet -con homenajes a Joan Brossa, Miró y Dalí-; la lluvia como protagonista del decorado de la plaza Rovira, o la calle de Providència convertida en una oficina son otras de las estampas ornamentales que se pueden disfrutar en las fiestas de Gràcia.

Pese a la ilusión, el problema de la falta de locales en el que elaborar los decorados pesa como una losa y ha provocado que en esta edición sólo participen 18 calles en el concurso de adornos, que celebrará su entrega de premios el viernes a las 18.00 horas en la plaza de Rius i Taulet. El mismo día los okupas y varios grupos antisistema de Gràcia han convocado una manifestación para protestar contra los Mossos d'Esquadra. Como muestra de solidaridad, los organizadores de las fiestas alternativas de Gràcia, ubicadas en la calle de Còrsega, no programarán ninguna actividad el viernes por la tarde. Actitudes como éstas generan desconfianza en sectores del barrio contra los festejos alternativos, considerados por ellos una cita puramente contestataria.

Para enojo de los okupas -y al mismo tiempo para alivio de los vecinos-, la presencia policial es constante. Cada tramo de calle engalanado cuenta con una patrulla a pie de proximidad para evitar actos de vandalismo y altercados. El dispositivo se refuerza, además, con numerosos agentes de paisano. Las patrullas de proximidad vigilan hasta las 23.00 horas y dan paso después a un exhaustivo despliegue nocturno de carácter intimidatorio, porque las actuaciones son discrecionales. Ayer, el barrio estuvo lleno de visitantes durante todo el día al coincidir con la jornada festiva y el apogeo de las vacaciones de agosto. Era un público familiar que siguió con entusiasmo las propuestas lúdicas que ofrecen las calles federadas.

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