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Pakistán celebra su 60º aniversario en medio del temor a atentados

Pakistán celebró ayer el sexagésimo aniversario de su independencia de Reino Unido con el ondear de banderas y fuegos artificiales en medio de una grave crisis política y del temor de atentados islamistas en las principales ciudades.

El presidente, Pervez Musharraf -un general pronorteamericano que se hizo con el poder en un golpe de Estado en 1999- se enfrenta desde hace meses a una creciente oposición democrática en su intento de obtener un segundo mandato en las urnas, y una fuerte resistencia integrista, que le considera un traidor. La violencia islamista se ha extendido por el país en las últimas semanas, incluida la capital Islamabad, después del cruento final del asalto militar de la Mezquita Roja, dirigida por clérigos simpatizantes radicales del movimiento talibán, y que costó la vida a 102 pesonas.

La celebración oficial de la independencia de Pakistán comenzó con 31 salvas de honor desde 21 cañones, tanto en Islamabad como en cada una de las capitales de las cuatro provincias del país. Miles de personas se reunieron en las calles de Rawalpindi para asistir al espectáculo de fuegos artificiales. En Lahore, las tropas izaron la bandera nacional en Wagah, en la frontera con India, mientras que dos centenares de personas gritaban diversos eslóganes patrióticos.

La noticia del descubrimiento de una bomba, que resultó ser falsa, colocada cerca del mausoleo de Muhammad Ali Jinnah, el fundador de Pakistán, preocupó a muchos de los que acudían a celebrar la fiesta nacional en la ciudad portuaria de Karachi. "Vengo cada año con mi familia, pero esta vez tenemos miedo de las amenazas de bomba en todo el país", dijo Mohamed Yaqoob. Se descubrieron también explosivos en tres torres de suministro eléctrico.

Controles de seguridad

En Islamabad, los fastos fueron menos llamativos que otros años. Los controles policiales eran numerosos y exhaustivos en la capital y en sus alrededores donde dos atentados suicidas causaron el mes pasado 26 muertos. Esos temores mantuvieron encerrados en sus casas a la mayoría de los habitantes de Peshawar, la capital de la Provincia del Noreste, en cuyas zonas tribales fronterizas con Afganistán viven numerosos simpatizantes de Al Qaeda y los talibanes. Tampoco hubo demasiadas celebraciones callejeras en Queta, capital de la provincia de Baluchistán.

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El primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz, advirtió ayer a cualquier "potencia extranjera" de que se abstenga de violar las fronteras del país, en una aparente referencia a algunos políticos estadounidenses que se han mostrado partidarios de intervenir si no hay progresos en la lucha contra el terrorismo. "Quiero dejarlo claro: bajo ninguna circunstancia permitiremos la entrada en Pakistán de tropas extranjeras".

Uno de los principales candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos, Barak Obama, se ha declarado a favor de bombardear objetivos de Al Qaeda dentro de Pakistán sin contar con el permiso de Islamabad.

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