¡Por fin, el toreo!
Un toro encastado, codicioso y noble, y un torero valiente, poderoso y artista. El toreo, por fin, en la feria de Málaga. Y con él, la indescriptible emoción que emana de un animal alegre y repetidor en su embestida y de un torero inteligente, un maestro que asienta las zapatillas en el albero, carga la suerte, embarca la embestida y torea con largura y liga los muletazos en tandas emocionantísimas.
El Juli es ese hombre, un torero maduro, que dictó una lección magistral ante el segundo de la tarde, un toro de Jandilla, que no hizo una buena pelea en varas, pero demostró una encastada nobleza, una extraordinaria acometividad y una alegría impropia del toro moderno.
Entre ambos protagonizaron un espectáculo precioso. El Juli se lució en un ajustado y hondo quite por chicuelinas, que no fue más que la antesala de una faena de muleta maciza, ligada, profunda y bella por ambas manos. Un estatuario de cartel dio paso a toda una sinfonía de derechazos y naturales cargados de fuerza, gracia y solemnidad. Pinchó en todo lo alto antes de cobrar una estocada hasta la bola que puso rúbrica a una actuación de maestro auténtico ante un toro magnífico.
Jandilla/Jesulín, Juli, Tejela
Cuatro toros de Jandilla, bien presentados, mansurrones y nobles; muy encastado el segundo. Tercero y quinto de Buenavista, nobles. Jesulín de Ubrique: pinchazo y casi entera (ovación); dos pinchazos y un descabello (silencio). El Juli: pinchazo y gran estocada (oreja); casi entera baja (oreja y dos vueltas). Matías Tejela: pinchazo y estocada baja (vuelta); estocada desprendida y descabello (ovación). Plaza de la Malagueta. 13 de agosto. Sexta corrida de feria. Casi lleno.
Tardó más en templar su toreo con el quinto, también repetidor y encastado, y, cuando lo consiguió, volvió a demostrar que tiene un dominio total sobre la lidia. Ligó en un palmo de terreno y provocó la emoción que sólo puede surgir de las muñecas y la inteligencia de los más grandes.
Una buenas verónicas de Tejela al tercero y se acabó el toreo por hoy, que tampoco hay que abusar. Este torero madrileño tiene delito porque le adornan cualidades, pero parece preocuparle más ponerse bonito que torear de verdad. Tiene clase de torero caro, pero torea despegado, no carga la suerte ni se arrebuja con el toro, y, en definitiva, no da el paso adelante para romper como figura. Eso le ocurrió ante su primero, noble y repetidor, y, aunque mejoró en el sexto, no firmó la faena que el noble toro merecía.
Y se despidió Jesulín, y lo hizo sin ilusión, sin besos ni abrazos. Dijo adiós con un hasta luego y con el rictus serio. Esto quiere decir, que siendo un torero completo, torea sin convicción, con tristeza, sin darle la importancia que la labor merece. Y no emociona nada. Estuvo muy debajo de las condiciones de su primero, y cumplió ante el cuarto, que se lesionó en una caída.
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