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FUERA DE MIS CASILLAS
Columna
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Época de armas tomar

El regreso a Reino Unido de la fiebre aftosa amenizará el agosto a base de imágenes de animales sacrificados, vacas carbonizadas, cerdos resbaladizos, en fin, un desastre. Menos mal que, en previsión de malos momentos, he enmarcado unas fotos para que, a modo de amuleto, me protejan desde los confines de mi hogar. Hay una que me gusta mucho pero más que por la foto, por el pie que le han puesto. Es de Victoria Beckham y pertenece a la revista Hello! Ella, Victoria, camina con destreza y vestida en tonos beiges, y el pie de la foto reza así: "Victoria ha hecho un esfuerzo para lucir un aspecto más informal en Los Ángeles, combinando su colección dVd de jeans ajustados con tops a juego, aunque, eso sí, calzando tacones asesinos". Me descubro ante un texto que refleja con tanta exactitud nuestra época.

También lo hago ante otra imagen que tengo enmarcada para que decore mi bodega: la del señor Acebes con su esposa, captados ambos durante su asistencia a una boda con de todo. He ahí, me dije también, una época. Otra, antigua, que quiere prolongarse. Pero una época, sí señor. Con el encanto de los enlaces en El Escorial o en el Valle de los Caídos. No me ha dado tiempo, por cierto, de mirar en Google si en el Valle de los Caídos se ha enlazado alguien últimamente. Y también tengo una foto que me vuelve loca y es la que se hicieron Julio Iglesias y Nicolas Sarkozy en el Elíseo. Es acojonante lo de Julio. Le ha bastado quedarse en donde estaba y han vuelto los gobernantes que más pueden apetecerle. En Francia, pero han vuelto. Por otra parte, a él siempre le quedará Estepona y cantar a 1.500 euros el cubierto en una cena particular. No se diga. Yo creo que estuvieron bien pagados, es más, creo que pagué para no ir. Tengo que preguntárselo también a Google, porque para estas cosas no tengo cabeza. La que sí tuvo cabeza fue la enfermedad que Iglesias padre de dos Iglesias y una Chábeli afirmó haber contraído en la antigüedad (De Mitterrand pa atrás, supongo), y que era una especie de fiebre conejil que le consumía y le impelía a hacer el amor antes y después de cada actuación. Compasiva, digo, la dolencia. ¿Imaginan lo que habríamos tenido que pagar para no ir a un recital de Iglesias huérfano de Iglesias Puga, de haber la enfermedad exigido que cumpliera con sus requisitos durante las actuaciones?

Las efigies de Iglesias y su amigo Sarkozy hablan por sí solas. El primero tiene cara de estar aguantándose el historiado pelo y el segundo, ese aire de cadáver mala leche al que parece que acaban de arrancarle la gorra de gendarme. Sonríe Nicolas como diciendo, mira, en este momento le están llegando a Gaddafi tantos misiles, y todo por unos novios búlgaros (perdona, Mendicutti: ya sé que eran enfermeras). El tráfico de armas a nivel legal, de Gobierno a Gobierno, se está poniendo muy competitivo, sobre todo por Oriente Próximo, en donde además de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y vaya usted a saber, también Rusia y China quieren sacarse un dinero.

No sé qué necesidad teníamos de fiebre aftosa, ni el pobre Julio de aquello que le pasó, con este desparrame armamentístico que es de por sí ya tan emocionante.

Porque luego, al final, qué poquito pasa por el ganado y los pollos y qué tanto por lo otro, ¿no les parece?

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