_
_
_
_
Reportaje:FUERA DE RUTA

El tiempo detenido

Las islas Orcadas, al norte de Escocia, un museo del neolítico

Existen lugares donde el tiempo se ha detenido, y entre ellos destacan las islas Orcadas (Orkney), uno de los lugares más solitarios del planeta.

De las 70 pequeñas islas (sólo hay 17 pobladas) que forman este archipiélago situado a diez kilómetros de la parte más septentrional de la costa escocesa, Mainland es la más grande. Unas 20.000 personas han hecho de ella su hogar, y esa cifra aumenta ligeramente durante el verano, cuando pequeños y discretos grupos de viajeros la visitan. Esta isla posee algunos de los yacimientos neolíticos mejor conservados de Europa, y éste es, entre otros, uno de los muchos alicientes para llegar hasta allí.

Mainland es una isla sin árboles. Una isla llana, donde los campos tiñen el paisaje de variados colores: verdes, naranjas, amarillos y rojizos que van cambiando según la suavidad de la luz, y que se ofrece al viajero como un mantel de patchwork. La bicicleta es un buen medio para desplazarse a través de estas amplias y bellas llanuras, y es fácil alquilarlas si se desea, pero no hay que olvidar que el viento, el mismo que impide que en estos parajes los árboles crezcan, puede convertir la excursión en un recorrido de alta competición.

GUÍA PRÁCTICA

Información

- Prefijo 0044

- Turismo de las Orcadas (www.visitorkney.com). Oficina de turismo. Kirkwall Visitor Information Centre (18 56 87 28 56). Broad Street, 6. Kirkwall.

Cómo ir

- Los transbordadores de Northlink (www.northlinkferries.co.uk) y Pentland (www.pentlandferries.co.uk) enlazan los puertos escoceses de Aberdeen y Scrabster con los archipiélagos de las islas Orcadas y Shetland desde 18 euros por pasajero y trayecto (41 euros por coche). Los transbordadores John O'Groats Ferries Ltd (www.jogferry.co.uk) unen John O'Groats con las Orcadas en un viaje de 40 minutos. A las 9.00. Del 1 de mayo al 30 de septiembre. Precio: unos 38 euros.

Visitas

- Orkney Island Holidays (18 56 71 13 73; www.orkneyislandholidays.com) ofrece excursiones en cruceros, recorridos para ver focas y aves, y rutas arqueológicas por las Orcadas. Un viaje de seis días (transporte en ferry, guía, comidas y alojamiento incluidos), desde 560 euros. Las rutas, organizadas por los residentes Paul y Louise Hollinrake, son en grupos de cinco o diez personas.

Al transitar las solitarias y bien asfaltadas carreteras de la parte oeste de la isla, nos encontramos con el primer vestigio de un pasado muy remoto: el Anillo de Brodgar. Un anillo de origen desconocido, un círculo oval de 104 metros de diámetro alrededor del cual se alzaban originariamente 60 monolitos. Situado entre los lagos de Harray y Stenness, la primera visión del Anillo de Brodgar es impresionante. Olvidado por el turismo y acompañado sólo por el agudo silbido del viento, el anillo se funde en solitaria armonía con la naturaleza que lo acoge. Caminar siguiendo su trazado es una experiencia casi mística y también la primera inmersión en este viaje en el tiempo.

Milenios de verticalidad

De los 60 monolitos originales, sólo 27 quedan en pie, los restos de los otros monumentos descansan sobre la tierra. Son monolitos que parecen fatigados de haber mantenido su verticalidad durante milenios. Mientras, a los que permanecen imperturbables con el paso de las estaciones, y cuya altura oscila entre 2 y 4,5 metros, el viajero siente la atracción irresistible de tocarlos. El tacto es rugoso y frío, y en la palma de la mano queda la impresión de su inmensidad y firmeza. Pero estos monumentos no sólo miran al cielo, sino que, hincándole el diente a la tierra, se van hundiendo en ella como si el monolito fuera un eje ensartando aire y profundidad, y así están desde hace 4.500 años.

Muy próximos y hacia el sur de la isla se encuentran los menhires de Stenness, un conjunto menor respecto a Brodgar, pero superior en lo que se refiere a la altura de los monolitos, pues algunos alcanzan los seis metros de altura. Situarnos a su vera nos empequeñece, y sorprende la perfecta y recta perpendicularidad de éstos respecto a la tierra. La cercanía entre el Círculo de Brodgar y los menhires de Stenness arroja sobre esta pequeña área del oeste de Mainland teorías que la convierten en una zona de especial importancia religiosa. Teorías reforzadas con la vecindad de la cámara funeraria de Maeshowe, que se oculta bajo la apariencia de un montículo de tierra cubierto por la verde hierba del lugar como si se tratase de un gigantesco hormiguero.

Maeshowe es una cámara funeraria del neolítico a la que se accede por un estrecho y largo pasillo no recomendable para claustrofóbicos. Entrar allí es toda una experiencia. La casi oscuridad nos obliga a seguir el trazo de la linterna, que nos muestra los definidos, solapados y grandes bloques de piedra que se alzan ante nosotros en forma de pirámide. La misma linterna nos apunta a su vértice, que en el siglo XII fue agujereado y utilizado como entrada por un grupo de vikingos que, atónitos, descubrían por primera vez la cámara que durante milenios había estado sellada. Se sospecha, y a ellos se les hace responsables, del hurto de los presumibles tesoros que la cámara guardaba. A cambio, los vikingos dejaron su firma mediante grafitos que constatan no sólo su paso por Maeshowe, sino también algunas de sus peripecias.

Hay más yacimientos arqueológicos en la parte oeste de la isla, con restos muy bien conservados de viviendas prehistóricas, como los de Skara Brae o los de Barnhouse. Y un cierto número de monolitos aislados emergen en zonas remotas de Mainland. La leyenda dice que son solitarios gigantes que en la noche que da inicio al año nuevo cobran forma humana y, caminando, se van a los lagos más cercanos para saciar su sed. Son los gigantes del agua.

Un granjero destructor

En este paraíso de cultura prehistórica todo se ha conservado bien gracias a su remota ubicación y lejanía. Todos los restos han vivido inviernos de seis horas de luz solar, iluminados por la aurora boreal durante los meses de octubre a diciembre, y veranos en los que la noche es corta y clara, y casi todos ellos han sobrevivido, todos excepto la Odin Stone, una piedra con un gran agujero a través del cual unían sus manos los recién casados hasta que el granjero en cuyo terreno se situaba la destruyó.

Pero no todo tiene tan remoto pasado en estas islas, que junto a las Shetland pasaron de la Corona noruega-sueca a manos de la Corona escocesa en 1472, como señal de una dote que nunca fue pagada por la princesa Margaret. Otra isla y otra historia más reciente se encuentran en la parte este de Mainland. Hasta aquí llegaron los efectos de la I y II Guerra Mundial, y su huella permanece grabada y perenne.

En Scapa Flow, la superficie de mar cercada por Mainland y sus islas vecinas, hubo una vez 70 buques de guerra alemanes. Capturados y retenidos en este confín, esperaban los resultados de los tratados de paz una vez finalizada la I Guerra Mundial. Ante la incertidumbre, el almirante alemán al cargo de la flota mandó en una secreta operación el hundimiento de estos buques. Antes barco hundido que rendido, pudo ser la lógica de su pensamiento. Atracción ahora para submarinistas, algunos sobresalen de entre el azul intenso del mar del Norte que rodea Mainland.

Desde Mainland se puede llegar por tierra a las islas de Lamb Holm, Burray y South Ronalday. Todas ellas unidas por las llamadas barreras de Churchill, unos muros de hormigón que fueron construidos para proteger la zona de posibles incursiones de barcos enemigos durante la II Guerra Mundial. Paradójicamente, estas barreras fueron inauguradas cinco días antes de la firma del armisticio, y los 550 italianos, prisioneros de guerra, que trabajaron como mano de obra durante tres años en su construcción dejaron la isla. Detrás, en el islote de Lamb Holm, quedaba la Italian Chapel, un barracón convertido en capilla por los prisioneros y decorado al más puro estilo clásico, un recuerdo religioso, pero también amistoso y de confraternidad entre el pueblo italiano y los habitantes de las islas Orcadas.

A pesar de que Kirwall es la ciudad más grande de la isla, el centro administrativo de ésta, y también el lugar donde se encuentra la peculiar y rojiza catedral de San Magnus, es Stromness el pueblo donde es recomendable y placentero hospedarse en una posible visita a la isla de Mainland.

A Stromness llegan los ferrys desde la tierra de Escocia, y es el trayecto más corto y común para acercarse a las Orcadas saliendo desde Scrabster. La panorámica que ofrece Stromness desde el ferry es la de un pueblo que parece emerger del mar. Su cercanía al agua es tal que la primera línea de casas tiene su propio embarcadero de piedra. Este refinado y hermoso pueblecito acoge los más cálidos e íntimos restaurantes, pubs y hostales de la isla. En definitiva, el mejor sitio desde donde adentrarnos a esta isla de aguas transparentes y turquesas, de acantilados y paisajes idílicos.

Stromness, al sureste de la isla de Mainland, es el segundo pueblo más grande de las islas Orcadas (Orkney en inglés). Un <i>ferry </i>enlaza Scrabster con esta localidad.
Stromness, al sureste de la isla de Mainland, es el segundo pueblo más grande de las islas Orcadas (Orkney en inglés). Un ferry enlaza Scrabster con esta localidad.VIOLETA DE LAMA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_