Sin tele
TV-3 ha hecho un programa-experimento: retirar durante 15 días los televisores de las casas de media docena de vecinos de una pequeña población. Ya las han devuelto. ¿Conclusiones sobre este test de abstinencia? Ninguna clara salvo que todos seguirán mirándola.
El experimento, honesto y paradójicamente propuesto por una televisión, falló en la premisa técnica de conseguir hacer el vacío audiovisual a las cobayas. Éste no puede conseguirse retirando sólo los tubos catódicos o los plasmas del comedor y las habitaciones. ¿Y los ordenadores? Algunos infractores recurrieron al portátil Es imposible, ni que se quiera, dejar de ver televisión porque está en el bar, en el escaparate...
La moraleja del programa consistía no tanto en que no se viera televisión como que se hiciera en dosis prudentes. En las teorías más facilonas sobre la malignidad del invento se presenta a la familia sentada a la mesa sin decirse nada porque todos están pendientes de un programa, a poder ser estúpido. Pero estas teorías paleolíticas sobre el virus televisivo olvidan que esta misma familia, sin tele, tampoco tendría grandes cosas que decirse. El aparato no provoca el silencio, lo disimula. Dominique Wolton, un gran defensor de la televisión generalista, ha teorizado que es un factor de socialización porque, al menos, da asunto para el palique, una de las pocas referencias comunes (el programa, excelso o pestiño) que pueden tener dos ciudadanos con pocas curiosidades sobre la vida.
Caminando por esta senda del despojamiento, TV-3 anuncia un reality consistente en encerrar a una familia en una casa viviendo como si estuvieran en la Edad Media. Sin tele ni penicilina. Espero que no se propongan descubrir valores maltrechos por la modernidad putrefacta. La conclusión más previsible es que es incómodo, y nocivo para el alma, no tener ni bicicleta.
Otrosí. La huelga en TVE no fue percibible ayer para el telespectador. Hubo, parece ser, un informativo enlatado, pero al mediodía, el telediario no mostraba más flaqueza que la veraniega. Ni tan siquiera hubo noticias sobre la huelga.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.