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Columna
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El regadío del valle de Lemos

El regadío del valle de Lemos ha vuelto a estar de actualidad en las últimas semanas, debido a los actos de protesta de los regantes, concretados en medidas de presión tales como el cierre del canal y una tractorada. La protesta viene motivada por la elaboración de unas tarifas por parte de la Confederación Hidrográfica del Norte (CHN) que los regantes consideran desproporcionadas y carentes de justificación desde un punto de vista técnico y económico, aparte de constituir un agravio comparativo con relación a otras zonas de España. No les falta razón, desde luego, a los regantes, aunque conviene aclarar que, en realidad, la sorprendente subida de tarifas proviene ya del año 2002 y que la CHN se ha mostrado parcialmente receptiva a las alegaciones formuladas por los regantes, puesto que fue rebajando progresivamente las tarifas de tal manera que entre las exacciones de 2002 y 2005 hay una diferencia del 57,08% para parcelas con uso. Confiemos en que las tarifas correspondientes a 2006, aún pendientes de fijación, se vean todavía más rebajadas y que las relativas a años anteriores sean también revisadas. Y, por supuesto, siempre queda la vía de interponer el pertinente recurso contencioso-administrativo.

Ahora bien, el problema del regadío no puede limitarse únicamente a la cuestión de las tarifas, dado que sigue subsistiendo el problema de fondo, esto es, el de la modernización, que es el gran reto que pervive desde su construcción: el regadío quedó inconcluso desde un principio al no haberse ejecutado el Plan General de Colonización de la zona regable, aprobado en 1969, que, entre otras medidas, comprendía la concentración parcelaria, las acequias de distribución, la nivelación y saneamiento de tierras o los estudios de mercado. Por añadidura, no hubo Comunidad de regantes hasta fecha bien reciente y nunca se regó con normalidad, como evidencia el dato de que en la actualidad únicamente se fertiliza un 10% de la superficie dominada. En suma, por todas estas razones el regadío de Lemos no encaja en el capítulo 5.3. ("Consolidación y mejora de Regadíos") del Plan Nacional de Regadíos (PNR).

Así las cosas, es imprescindible que todas las partes implicadas se pongan de acuerdo y trabajen conjuntamente en el plan de modernización del regadío, que requiere, como primera medida, la firma de un convenio entre la Xunta, la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias y la Comunidad de Regantes. De este modo, se trataría de elaborar un proyecto para toda la zona regable del valle de Lemos, en el cual el sistema de riego a manta actual fuese sustituido por un sistema de riego por aspersión, lo que implicaría cambiar las acequias a cielo abierto por tuberías subterráneas.

Sin embargo, la modernización no puede agotarse en este proyecto técnico, dado que además resulta insoslayable acometer la concentración parcelaria y otras medidas complementarias, como la ordenación de cultivos y explotaciones, cambios e incentivos en los arrendamientos rústicos y todas aquellas actuaciones de política agraria y social que propicien la integración de los jóvenes en el medio rural. Por lo demás, en lo tocante a la financiación, existe una vía para rebajar sustancialmente las contribuciones de los regantes: conseguir la calificación de "regadío de interés social", prevista en el PNR.

No debería existir obstáculo alguno para esta calificación si se repara en que el regadío de Lemos es la obra hidráulica de su género más importante de Galicia, que, aparte de la presa de embalse, cuenta con 75 kilómetros de canales y 165 kilómetros de acequias principales y que, con cerca de 5.000 hectáreas de superficie, surte de agua a 31 parroquias de cinco ayuntamientos. Si a ello añadimos que estamos ante una de las zonas más deprimidas y envejecidas de Galicia, habrá necesariamente que concluir que la aludida calificación sería sencillamente un modo de saldar (al menos en parte) la deuda histórica contraída con el valle de Lemos, paradigma del abismo que poco a poco se ha ido abriendo entre la Galicia interior y la atlántica.

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