Aguas milagrosas en la isla

Cuenta la escritora Emilia Pardo Bazán en una monografía sobre la isla de La Toja, fechada en 1911, que fue un burro quien descubrió los efectos milagrosos de las aguas de la zona: "El Colón de este nuevo mundo de la salud fue... un borrico. Un verdadero borrico, cuadrúpedo, cubierto de mataduras y de tiña, al que abandonaron para no descoyuntarlo en una isla desierta. Y al cabo de unos meses, cuál sería la sorpresa del dueño al encontrar un burro sano, saltando, con el pelo tan reluciente que envidiaría la cabalgadura de Sancho Panza".

Cuando la autora de Los pazos de Ulloa escribió aquello, el Gran Hotel-Balneario de La Toja llevaba abierto ya cuatro años en O' Grove (Pontevedra). Su inauguración fue un acontecimiento en la época, no sólo por su belleza altiva, su fachada blanca reluciente y sus peculiaridades arquitectónicas (fue el primer edificio gallego que se levantó sobre hormigón armado). El Gran Hotel pronto se convirtió en una referencia del lujo y entró en competencia directa con los grandes balnearios europeos del momento. A su amparo nacieron el casino y los grandes jardines estilo francés. Allí se daban cita familias y personajes diversos para descansar, dejarse ver y someterse a tratamientos, entonces revolucionarios, con las propiedades mineromedicinales de las aguas termales de La Toja como protagonistas.

Desde que un burro abandonado sanara reluciente en sus fuentes, el balneario y el hotel construidos en aquellos parajes pontevedreses han sido referencia del turismo termal español.

Cien años después, sus saludables beneficios se asocian también a la belleza. Así lo cuenta Norma Badger, responsable del balneario y empleada en el Gran Hotel desde 1975: "Antes, la gente venía por salud, en busca de inhalaciones y chorros. Ahora buscan la belleza".

Mil historias se han sucedido desde entonces. Si las paredes del hotel hablasen, contarían que allí se alojaron intelectuales de prestigio, artistas, políticos y nombres anónimos cuya estancia ha dejado poso entre los empleados.

Recuerdos de una reunión

Los más veteranos coinciden al señalar como uno de los acontecimientos más importantes en la historia del hotel la reunión del elitista Club Bilderberg. Entre el 12 y el 14 de mayo de 1989, el grupo escogió el Gran Hotel de la Toja como punto de encuentro. El establecimiento estaba aislado de las miradas curiosas (la isla de La Toja está unida al continente por un único puente). Organizar el despliegue de seguridad resultaba sencillo y las instalaciones del hotel eran adecuadas para que los participantes encontrasen en qué ocupar el tiempo libre. La Conferencia Bilderberg reúne cada año, desde 1959, a un grupo de 130 poderosas e influyentes personalidades de todo el mundo -empresarios, políticos, académicos- que deliberan durante tres días en sesiones informales y secretas. La última reunión se celebró entre el 31 de mayo y el 3 de junio pasados en Estambul, Turquía.

Con el paso de los años, el concepto de gran hotel de primeros de siglo quedó anticuado. Con las nuevas modas llegaron las reformas. La primera y más grande tuvo lugar en 1945, destinada a ampliar las instalaciones. En 2004 llegó, de la mano de Hesperia, cadena propietaria actual del hotel, la segunda gran rehabilitación. Se cambió el mobiliario, se acondicionaron las habitaciones con aire acondicionado o wi-fi; se restauraron todas las alfombras; se acentuó la sensación de confort pero conservando el aire añejo, decadente para algunos, esplendoroso para otros, visible en pequeñas obras de arte como la impecable escalera de forja, estilo imperial. Un espacio para el relajamiento y la comodidad.