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Reportaje:TEATRO

Polémico Bieito

Abucheos, pero también aplausos. El director vuelve a dividir al público con "Los persas"

Para unos, es un "panfleto antimilitar", para otros, una gran obra de denuncia. Una vez más, Calixto Bieito ha sembrado la división entre el público en el estreno de Los persas. Réquiem por un soldado, una vuelta de tuerca al clásico de Esquilo. Ocurrió el jueves en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, donde su obra fue acogida por parte del público con abucheos. Pero el director y la compañía se quedaron con lo recibido por parte de más de 1.200 espectadores que les ovacionaron puestos en pie. "A los que han protestado nos los hemos comido con patatas", apuntaba eufórica la actriz Natalia Dicenta minutos después del estreno.

Esquilo dice en su obra: "La guerra es eterna". Bieito parece añadir: y más que nunca ahora, que supuestamente buscamos la paz. Es ahí donde el director se encuentra con el poeta griego. Aunque a muchos espectadores les parezca que de manera sólo fugaz, Pau Miró y Bieito toman prestadas para su versión varias estrofas de Esquilo y las ponen en boca de Jerjes (Dicenta) y Dario (Roberto Quintana), su padre pacifista y enloquecido por el dolor.

Más información
Mérida, Esquilo y Bieito 2007

El gran acierto del director es que presenta un documento. En este caso, de brutal repulsa de la guerra y de aquellos que la defienden. Al igual que Michael Moore investiga sobre los tejemanejes de George Bush y sus guerras preventivas, Bieito se pone casero y husmea, asesorado por un militar, lo que hacen las tropas españolas enviadas a Afganistán en misión de paz. Esta vez ha sido drásticamente directo. Ha apelado a sentimientos primarios, casi caricaturescos, del mundo militar, impregnándolo todo de olor a pesadilla y de música de rock, incluido el himno nacional.

Para parte del público fue una mala noche y lo hizo saber con interrupciones. La primera fue un grito: "¡Fuera!". Llegó cuando un personaje hace de stripper y se ayuda de la bandera española para no enseñar el pene. Las voces se fueron acallando, no siempre y no todas, una docena de personas se salieron y al final de la representación casi un centenar de espectadores abandonaron el teatro tras el último mutis.

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