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Renovación en el PSM

Una histórica 'jaula de grillos'

Una jaula de grillos, una olla a presión, una bomba de relojería... La Federación Socialista Madrileña (FSM) ha recibido a lo largo de su historia esos y otros apelativos, porque ha sido caldo de cultivo de diversas rencillas, de guerras fratricidas y también de muchas divisiones internas.

Rafael Simancas, su último secretario general, fue apodado El Pacificador, porque consiguió teóricamente, desde que se hizo con el cargo en el año 2000, apaciguar los enfrentamientos entre las diferentes familias. Desde la noche que fue elegido, comenzó la integración de los clanes socialistas incluyendo en su Ejecutiva a sus propios adversarios.

Los guerristas, representados por su líder José Acosta, y los renovadores, por el ex presidente del Gobierno regional Joaquín Leguina, han sido las dos corrientes más tradicionales desde comienzos de los años noventa del pasado siglo, cuando los socialistas perdieron el poder en las instituciones madrileñas.

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Una lista corta, paritaria y de desconocidos

Pero entre estas dos corrientes surgió luego otra, conocida como los renovadores por la base y dirigida desde la sombra por José Luis Balbas, "el hombre del maletín", un auténtico experto en el juego de las alianzas. Bajo su oscura influencia estaban Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, los grandes protagonistas de la peor crisis de la historia de los socialistas madrileños.

Fue tras las elecciones autonómicas de 2003. Los dos diputados socialistas no acudieron a la votación que debía proclamar a Rafael Simancas presidente de la Comunidad.

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Fue un complot dirigido por Balbás. Algunos dicen que éste esperaba más de la federación tras haber "cuidado los avales de José Luis Rodríguez Zapatero" -en palabras del actual secretario de Organización del PSOE, Pepe Blanco- cuando el ahora presidente se batía el cobre con José Bono por el liderazgo en el XXXV Congreso de los socialistas (2000). Aunque los apoyos de Balbás fueron clave, no fueron los únicos que alzaron a Rodríguez Zapatero.

Y así, a base de deudas y de favores pagados o mal pagados, traducidos en lo que muchos han interpretado como "imposiciones" de Ferraz de ciertas personas, se fueron abriendo brechas que terminaron siendo abismos. Y Madrid, que hace 20 años era un granero de votos para el PSOE, se convirtió en la razón del gran fracaso electoral del pasado 27 de mayo.

Los catastróficos resultados en los últimos comicios, con la victoria arrolladora del PP, condujeron a la doble dimisión: primero la del candidato a la alcaldía madrileña, Miguel Sebastián, y luego la del propio Simancas como secretario general del partido.

El Partido Socialista de Madrid (nombre de la FSM desde 2004) quedó descabezado. Una comisión gestora, guiada por la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha regido el partido hasta el congreso extraordinario que se clausura hoy.

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