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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2007
Columna
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'Reality show'

Hay ciertas cosas con las que uno no deja de sorprenderse. Sin ir más lejos me pareció muy interesante lo que leí ayer y lo que me cuentan sobre las audiencias del ciclismo. En vez de caer en picado por toda esta sucesión de escándalos relacionados con el dopaje, las audiencias no sólo se mantienen sino que aumentan. Según Le Monde, el ciclismo interesa por sus miserias, ha dejado de interesar como deporte y se ha convertido en un reality show.

Me parece clarividente hacer hincapié en esta metamorfosis. Yo no soy para nada aficionado a los realities (aunque parece ser que estoy participando en uno a gran escala), pero conozco más o menos su dinámica. El problema es que aquí no hay una dirección que decide qué nuevos elementos añadir para dar más juego a los protagonistas. No hay una, hay dos. Una la UCI, otra el propio Tour de Francia. Por eso aquí no hay directrices claras. Aquí lo que hay es un desconcierto, una falta de rumbo que hace que todo sea como un barco a la deriva, a merced de las mareas y del viento que sople en cada momento. Lo que quizá lo haga todavía más interesante para el público, por otra parte.

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Aquí todo es posible. Desde la honestidad, aunque algunos no lo crean, hasta la sobreactuación. Hay protagonistas que improvisan, otros que siguen un guión. Otros que se asocian entre ellos aunque internamente no acaten las normas y critiquen abiertamente a sus compañeros. Otros que distinguen entre buenos y malos en función de criterios subjetivos como, por ejemplo, la nacionalidad. Otros que están aquí por accidente y que no saben ni por dónde sopla el viento, pero que precisamente por eso, por esa inocencia, son carne de cañón para quienes les gusta manipular. Aquí, en el ciclismo, como en la vida, hay de todo, aunque algunos se empeñen en decir que todos somos iguales. Malos observadores.

El morbo vende, las miserias de los demás nos hacen olvidar las nuestras. ¿A quién le interesa dónde estaba Rasmussen el 14 de junio a las cuatro de la tarde (es un ejemplo)? A todos, es muy relevante. Nunca hubiese interesado si no hubiese sido el maillot amarillo, pero cometió el error de erigirse en protagonista -un protagonista al que nadie quería, ¡fantástico!-, así que sus miserias comenzaron a ser interesantes. Y que conste que ni le estoy defendiendo ni acusando, él sabrá dónde estaba, qué hizo y por qué. Tan sólo quiero hacer ver lo absurdo de todo esto.

Ayer, por ejemplo, ganó Casar. El día anterior, Benatti. ¿A alguien le interesa? Sí, pero por lo que puede aportar al fuego, más madera. Casar, un francés de un equipo francés, ¡igualmente fantástico! Ya tenemos de qué hablar. Qué pena que París esté tan cerca... Con lo interesante que está todo esto.

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