_
_
_
_
Entrevista:JÜRGEN FLIMM | DIRECTOR DEL FESTIVAL DE SALZBURGO | CLÁSICA

"O arriesgas o te quedas en casa"

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Jürgen Flimm es el nuevo director del Festival de Salzburgo, el más prestigioso y el más difícil de timonear, que se inaugura hoy con un concierto de la Filarmónica de Viena. En vistas del variopinto programa de esta edición, ya antes de comenzar hay críticos afilándose las uñas porque ponen en duda que el nuevo director haya venido a este sacro templo de la melomanía con un concepto claro. Pero nada parece inquietar a Flimm. "Yo soy un director de teatro. Y un director empieza con un escenario en blanco y un texto; luego nos embarcamos todos juntos rumbo a alta mar, y habrá estrellas que nos guíen. No se puede saber adónde se llega. La vida no se puede planificar. La vida es irracional". Así entra al tema que ha elegido para título del programa de su primer Salzburgo: El lado nocturno de la razón. Esta idea se le ocurrió a Flimm observando la obra de Mozart, que se exhibió completa el año pasado.

Más información
Cambio de rumbo

"Ya sea en Lucio Silla, La flauta mágica, Figaro o Così fan tutte, Mozart se refería siempre a la razón como solución. Es la idea de que quien aprende racionalmente, comprende y no vuelve a cometer errores. Pero después de lo vivido por ambas parejas en Così fan tutte, difícil resultará que vuelvan a convivir en paz. Mi relación con la razón es relativa. No creo que el imperio de la razón propagado por la Revolución Francesa hubiera sido capaz de impedir que la revolución acabara en horribles injusticias, como fue el caso".

La razón es un tema tan amplio que se puede percibir en casi todas las obras del festival, pero Flimm habla de la razón en el estricto sentido de lo sensato. Quizá por su impregnación protestante. "No sé qué significa ser religioso, pero me gusta ir a la iglesia", admite. Hijo de una pareja de médicos, nació en 1941 en Giessen y fue educado en el protestantismo en la ciudad de Colonia, bastión del catolicismo alemán. Quería hacerse pastor, pero desistió porque era "demasiado perezoso para el estudio del griego y del hebreo". Nunca sintió aversión contra el catolicismo. Y este tema es clave en Salzburgo, ciudad creada por un clero poderoso, que sigue muy presente hoy en la toma de decisiones.

Mientras que Gérard Mortier, director del festival en los noventa, despotricaba contra esta peculiaridad salzburguesa, Flimm se siente encantado. "A Mortier no lo entiendo. Se quejaba de Salzburgo, decía que era demasiado conservadora y clerical. No me explico entonces que permaneciera 10 años en una ciudad que odiaba. Para mí que no era verdad. Cuando yo me decido a trabajar en una ciudad, sé lo que me espera. No puedo borrar su historia milenaria. El catolicismo es esencial en la historia de Salzburgo".

Toda la polémica le parece a Flimm un "prejuicio exagerado". A los temores de que bajo su mando la programación de Salzburgo pueda volverse muy mercantil, replica: "Nosotros hacemos nuestro programa con gran calidad artística, y a la sombra del esplendor del festival otros vienen a sacar provecho. No me molesta. No somos nosotros quienes comercializamos".

Otro "prejuicio erróneo" es, según su opinión, que resulte difícil a un director de teatro aprender a manejar el escenario de una ópera, como él hizo. Por el contrario, dice que "es relativamente fácil, la música facilita el trabajo porque dicta los tiempos y asume la emoción. Además, los cantantes hoy son como actores, arriesgan mucho, hay que ver a Peter Mattei en Eugen Oneguin, es fabuloso, no tiene nada que envidiar a un actor". El nuevo director del festival elogia también, por lo arriesgado, la puesta en escena de Benvenuto Cellini, "Berlioz quiso seguir en la tradición de la grande opéra, se necesitan hasta 120 personas sobre el escenario, y lo ha logrado Philipp Stölzl con una puesta en escena espectacular en la que recurre a la estética de vídeo. Es arriesgado. Pero, o arriesgas, o mejor te quedas durmiendo en casa".

Jürgen Flimm, fotografiado en agosto del año pasado.
Jürgen Flimm, fotografiado en agosto del año pasado.AFP PHOTO DDP

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_