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Reportaje:

Expulsado del Liceo Italiano por conducta violenta

Compañeros de clase recuerdan a El Solitario como un niño inteligente y melómano que en la adolescencia se convirtió en muy agresivo

Algunos antiguos alumnos del Liceo Italiano de Madrid en los años sesenta tuvieron el martes una iluminación al ver la cara y conocer la identidad real de El Solitario: "¡Pero si es Jiménez!", dijeron unos. "¡Leche, El Ruso!", exclamaron otros. La sorpresa inicial dejó paso a los recuerdos. De niño, Jaime Jiménez Arbe era un chico inteligente, atractivo y melómano. "Dibujaba muy bien y siempre fue gamberro, el malo de la clase" recuerda el escritor Miguel Naveros. Aunque tenía pinta de angelito, tan rubio y con esos ojos azules, siempre tuvo personalidad. "Era guapo y con carácter. Hubiera podido ligar lo que hubiera querido", dice otro antiguo alumno que prefiere no ser identificado.

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Jaime entró en el Liceo siendo muy pequeño. El colegio italiano había abierto en Madrid en 1940 al calor de la victoria de Franco, pero en los años sesenta era un reducto de educación liberal y humanista para los hijos de la burguesía económica e intelectual. Una conocida historiadora del arte, que iba un curso por debajo de Jiménez aunque no le recuerda, apunta que el Liceo, "dentro de su disciplina férrea, era variopinto y mezclado, muy diferente del país real, sobre todo porque enseñaban a pensar".

"El era especialmente listo", añade Naveros, que estuvo en su clase "desde los seis años a los 13 o 14", y que nada más ver el nombre en los periódicos supo que era Jaime Jiménez. "Todo lo que se dice de él ahora estaba allí en embrión: era histriónico, solitario, meticuloso y algo payaso. Al principio con gracia, luego ya no". Tenía además mucho poder sobre su hermano pequeño que, según han publicado algunos medios, fue también atracador y murió joven.

La familia de Jiménez vivía en las afueras de Madrid, cerca de Barajas, quizá en la Alameda de Osuna. Su padre trabajaba en el aeropuerto, nadie recuerda de qué. Naveros lo veía "mejor vestido que la media de los españoles". Otro ex alumno dice que la madre era "encantadora, sensible y con inquietudes". El escritor añade que era guapa, alta y rubia. A pesar de vivir muy lejos, ella llevaba por las tardes tarde a Jaime a estudiar solfeo al Conservatorio de la calle San Bernardo.

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Jaime aprobaba sin problemas en el Liceo, donde la enseñanza, salvo la asignatura de español, se impartía en italiano. Los problemas empezaron en la edad de las hormonas: "Se dejó melena hasta la cintura y se convirtió en un macarra violento. Le llamaban El Ruso y lo parecía. Empezó a ir con una pandilla en motos chopper y usaban cadenas de hierro", dice su compañero anónimo. "Era una estética parecida a la de La naranja mecánica", recuerda Naveros.

A sus 14 o 15 años, sería 1969 o 1970, Jiménez fue expulsado del colegio por mala conducta. En venganza, volvió y le partió el labio de un cadenazo a una niña que se llamaba Annalisa. Luego, los cultivados chicos del Liceo dejaron de tener noticias suyas. En 1975, uno se topó con él en el Rastro. "Estaba trapicheando. Me ofreció heroína, chicas, porros. Dijo que no aguantaba más España y que se iba a Inglaterra".

Poco después, en 1978, Jaime Jiménez Arbe fue detenido por primera vez. La policía británica lo fichó por posesión de estupefacientes. Ahí empezó su alucinada carrera delictiva, que acabó el lunes en Figueira da Foz.

Ayer, fue trasladado desde la prisión de Coimbra hasta la cárcel de máxima seguridad de Monsanto, en Lisboa. Según dijeron los funcionarios a la agencia Lusa, no probó bocado en todo el día. A última hora, El Solitario anunció que iniciaba una huelga de hambre.

El Solitario sale del juzgado de Figueira da Foz tras prestar declaración el pasado martes.
El Solitario sale del juzgado de Figueira da Foz tras prestar declaración el pasado martes.EFE

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