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Reportaje:TOUR 2007

"Rasmussen se lo ha ganado"

Contador reconoce la superioridad del danés y da por perdida la carrera

Alberto Contador llegó a la cima del Aubisque, clavó la cabeza sobre el manillar y ahí se quedó durante un par de minutos, casi eternos. Exhausto, al levantarse abrió la boca buscando aire que llenaran sus pulmones, vacíos por el esfuerzo. En la montaña que gestó la mística del ciclismo en los Pirineos, enorme, inmensa, el de Pinto se dejó las fuerzas que le quedaban después de tantos días pedaleando por la Galia y se sintió orgulloso. Por derecho, puede hacerlo: "Prometí que lo intentaría, dije que atacaría hasta el final porque no quería irme a casa sin haberlo intentado todo por vestirme de amarillo y lo he hecho. He cumplido con la afición", aseguró. Seguramente, una conducta más conservadora le hubiera permitido pelear por la etapa. Contador lo sabe pero le da igual: "He ido justito todo el día, no he estado fino. Pero escogí atacar a Rasmussen porque se lo debía a toda esa gente que lleva días animándome en cada cuesta de la carretera". Lo intentó en vano, con más orgullo que fuerzas, con más corazón que cabeza. De nada le sirvió. Ayer le pesó hasta ese maillot blanco que le identifica como el mejor corredor joven de este su segundo Tour.

"No sé, igual me he hidratado mal", se preguntó el corredor madrileño
"Era como llevar una pelota de golf en la boca", dijo el líder, al que una abeja picó en el labio
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"No sé, igual me he hidratado mal", se preguntó el corredor madrileño. Contador manejó malas sensaciones durante la jornada y al final se consoló: "Para lo justito que he ido toda la etapa, el resultado no ha estado nada mal", reconoció el mozo del Discovery, con motivos para sentirse satisfecho. "Tengo 24 años, llevo casi tres semanas dando pedales en el Tour y, subiendo el Aubisque, el líder sólo me ha sacado 30 segundos. Estoy muy orgulloso de lo que he hecho", insistió Contador, que se llevó al hotel la sensación de que, de haber sido más conservador, cuando menos habría podido disputar la etapa, pero en las últimas rampas de la vuelta a Francia, cuando vio el cartel de 5 kilómetros para meta, escogió. Le quedaba un vatio en las piernas y lo sabía; buscó el piñón de ataque, apretó el culo y le dio al pedal. "No era mi día, pero he preferido atacar que irme a casa con algo dentro. No me he guardado nada. Tengo 24 años y he tratado de ganar el Tour. Eso es mucho".

"El Tour es de Rasmussen, se lo ha ganado en la carretera", convino Contador al bajar del podio. Quedan cuatro etapas para llegar a París y tiene la sensación de que todo el pescado ya está vendido. "No ha habido manera. Ha sido el más fuerte; el Tour es suyo. Subiendo no hay quien le haga sombra, lo ha dejado muy claro otra vez. Es una lástima para mí, pero debo asumirlo. Ha sido mejor que todos". No hubo un excesivo lamento, sólo un juicio exacto de la realidad, propio de un tipo inteligente que sabe de dónde viene, dónde está y que intuye lo que le espera. "No me conformo con lo que he conseguido, volveré a intentarlo", dijo antes de valorar lo que venido siendo la carrera: "Creo que el Tour ha sido muy bonito y me llevo el orgullo de haber colaborado en dar espectáculo a la gente. Lo pide y lo merece", zanjó. En la cima del Aubisque sólo hubo un lamento. Para el positivo de Vinokúrov: "Ha venido a enturbiar un Tour que ha hecho disfrutar a la gente".

La gente, sin embargo, no parece muy contenta con Rasmussen de amarillo. "Ahora entiendo a Armstrong... El respeto que le tenía ha aumentado este año", señaló el ciclista danés, consciente de que el público le pitó antes, durante y al final de la prueba. Lo interpretó a su manera: "Estaban frustrados por el positivo de Vinokúrov y ha descargado sobre mí". Rasmussen, a quien picó una abeja en el labio bajando el último puerto -"he tenido la sensación de llevar una pelota de golf en la boca toda la subida del Aubisque", explicó- cree que la ventaja le permite soñar con lograr su primer Tour. Pero fue cauto: "El Tour no se gana hasta París. No olvido que hace dos años, en la última contrarreloj, me caí tres veces y perdí un puesto en el podio, así que debo esperar para sentirme vencedor del Tour". Lleno de rabia, desafiante ante las cámaras de televisión, el líder malquerido del Tour acabó atizando a Contador: "Cada vez que ataca se refugia entre las motos", dijo, haciendo amigos, con voz rabiosa y unas atómicas gafas de espejo azul tapándole la mirada.

Contador, nada más cruzar la meta del Aubisque.
Contador, nada más cruzar la meta del Aubisque.EFE

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