"He venido a despedir a mi jefe"
Empleados de PRISA resaltan el apoyo que siempre ofreció el presidente del grupo
Dejó a su hijo Pau en la Costa Brava para viajar a Madrid con un único propósito: despedir a su jefe. Gemma Nierga, la voz de la tarde de la cadena SER, acudió ayer a la Fundación Santillana para rendir homenaje no a un amigo, pero sí a alguien no menos importante en su vida. Acostumbrada a no vacilar ante el micrófono, Gemma Nierga tenía ayer la voz quebrada. "He venido a despedirme del jefe que he tenido en los últimos 20 años". "Trabajar en un grupo en cuya cúspide estaba Jesús de Polanco era una garantía de trabajar con total libertad. Estábamos en planos muy distintos, pero su elegancia en el trato y su faceta personal me hacía sentir muy segura. Nunca me llamó para condicionar mi forma de trabajo ni intentó mediar en el programa. Lo que siempre encontré en él fueron unos ojos llenos de interés".
La opinión de Gemma Nierga no fue ayer una excepción. Trabajadores de los medios de PRISA -EL PAÍS, la SER, Sogecable, As, Cinco Días- y de las editoriales del Grupo se acercaron a la capilla ardiente donde reposaban los restos de Jesús de Polanco. Muchos de ellos emocionados y tristes. Luis Matías López, periodista de EL PAÍS, se acercó a Ignacio Polanco y le dijo: "Lo siento mucho por la familia, pero por nosotros también". Otro a su lado apostilló: "Siempre estaba allí para garantizar nuestra independencia".
Fue un sentimiento unánime. Iñaki Gabilondo se lamentó de lo injustamente tratado que fue el fundador de PRISA. "Ha sido un hombre que ha hecho mucho por la democracia y por este país", dijo el presentador de los informativos de Cuatro, que durante casi dos décadas ha sido la voz más escuchada de la SER. Su sucesor en Hoy por hoy, Carles Francino, acudió con otros compañeros, como José Ramón de la Morena y Carlos Llamas.
La redacción de EL PAÍS se quedó vacía y los talleres dejaron de funcionar. Ayer por la mañana había que estar en el adiós de Polanco. También hubo quien dejó las vacaciones, como el director adjunto Vicente Jiménez, y quienes se subieron en el puente aéreo, como Xavier Vidal-Folch y Tomàs Delclós. O quienes vinieron desde Málaga, como Román Orozco.
Trabajadores ya jubilados hicieron muchos kilómetros para expresar su dolor junto a los que todavía siguen en activo. Juan Alarcón, vinculado a EL PAÍS desde su fundación y ahora retirado, llegó desde Sevilla. "Estoy aquí porque le quiero mucho". Las lágrimas de Alarcón le impidieron continuar. Víctor Macías, hombre clave en los talleres de este periódico durante tantos años, el confeccionador Luis Fernando Aguirre y la secretaria Ana Pérez coincidieron ayer con Alfonso, el veterano conductor de Polanco. Todos recibían el pésame como si fueran miembros de la familia.
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