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Reportaje:

Los herederos de Aracne tejen en Atocha

La Fundación Real Fábrica de Tapices es una de las restauradoras de alfombras y tejidos más prestigiosas del mundo

Son los últimos de un oficio legendario y en el viejo caserón en el que trabajan, escondidos en una callejuela entre el Retiro y la estación de Atocha, todo huele a la tradición que ellos guardan con celo. Los tejedores, restauradores y técnicos varios de la Fundación Real Fábrica de Tapices (FRFT), 110 personas, conservan el arte y la técnica que hizo famosas a estas manufacturas desde que los primeros borbones se propusieron inaugurar la industrialización de España con fábricas de productos suntuarios como esta.

Es un privilegio trabajar en los mismos grandes telares del siglo XVIII en los que Goya supervisó el tejido de los 63 cartones que dibujó para la Fábrica en sus 17 años de relación con ella. Faena extraña la de los 19 tejedores de la FRFT, un trabajo de chinos, prodigio de paciencia, concentración y talento artesano, en el que horas y horas de trajín de abeja con lana, seda y yute sólo producen unos centímetros cuadrados de formas y colores.

Una clienta encargó una alfombra que pudiera dividirse entre sus hijas cuando faltara
Los tejedores trabajan en los telares en los que Goya vio cobrar vida a sus 63 cartones

El telar es una máquina compleja que marcó un hito en la civilización del hombre. Como bien sabía Aracne, la hija mitológica de un tintorero de Lidia (Grecia) que rivalizó con la mismísima Palas Atenea en la belleza de sus labores textiles (la diosa vengativa la convirtió en una araña para vengarse por su osadía), la conversión del tejido en una de las artes no es un trabajo sencillo. Una semana se afana cada tejedor de la FRFT para producir un metro cuadrado de alfombra. Si se trata de un tapiz, esa misma superficie tarda un mes en ser completada. En la calle Fuenterrabía de la capital, domicilio actual de la Fábrica creada a instancias de Felipe V hacia 1720, el tejido evoluciona en grandes lienzos de nudos que se exportan por todo el mundo. La alfombra de la mejor lana merina roza los 1.000 euros por metro cuadrado. El tapiz de seda, importada de Francia (Lyón y su seda siguen siendo legendarias), sale a 12.000 euros por unidad de superficie.

Un jardín un tanto descuidado separa el edificio original de ladrillo donde se tejen nuevos tapices de una nave en la que los restauradores salvan las obras de otros que ya pasaron de la incuria del tiempo y el descuido. Esta parte de la Fábrica -desde 1996, una fundación privada de interés cultural en la que participan el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento, la Comunidad y Caja Madrid- está cerrada al público, al igual que el impresionante almacén de lanas del que se nutren los tejedores. Son 40 grandes tapices los que vuelven a la vida en esta zona cada año, lavados, enmendados y mimados por las manos de 21 técnicos de restauración a la orden de Ana Schoebel, la conservadora jefe.

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En un extremo del recinto de 260 metros cuadrados está la apuesta de futuro de la Fábrica en restauración, una ultramoderna cubeta donde se limpian las obras con cuidado extremo antes de su arreglo. La instalación es un diseño español que ha colocado a la institución entre las tres primeras del mundo en estas labores, se ufanan sus directores. Es capaz de dejar impolutos tapices de hasta 12 por seis metros sin dañarlos y su sistema es tan listo que se para si detecta impurezas en el agua.

La restauración de tapices ha aumentado un 120% en los últimos cinco años gracias a estas inversiones y a la pericia de los técnicos de la FRFT. "Los adhesivos con los que pegaban algunos tapices a sus soportes en los años sesenta son todo un reto para nosotros", explica Schoebel, "porque, endurecidos, son difíciles de remover". La seda en los tapices, no muy abundante en los del XV y XVI, pero profusa en los cielos de los grandes cartones del barroco es también un asunto peliagudo. La luz y el polvo dañan la seda y como material delicado que es, la recuperación de su brillo es "especialmente compleja", asegura la experta. Tres personas trabajan una media de tres meses en la restauración de cada tapiz, duración que varía en función de la amplitud de la obra y su nivel de deterioro. "A mayor densidad de tejido, más pericia necesita el restaurador", resume Schoebel la labor de rescate de los tapices.

Antonio Sama, director de Conservación-Restauración de Tapices de la FRFT, recuerda con especial orgullo una serie del siglo XVI que cuelga en el Palacio Real con renovado esplendor tras su paso por aquí. "También es importante uno restaurado hace poco, el tapiz gótico de la historia de Tydeo propiedad del Ayuntamiento, casi el único de esa época que existe en la capital", asegura Sama. Este profesional, que ha restaurado "unos 300 tapices", se ha encontrado de todo en estas piezas, "desde insectos hasta un murciélago".

El almacén de lanas de esta casa, con cuatro toneladas de la mejor merina que sigue produciendo Castilla, es un lugar mágico, saturado de colores. En un recinto encima de los telares un tesoro de mil tonos amontonados en madejas de grueso trenzado espera para lucir en tapices, alfombras y reposteros. La mayor parte de la lana que se utiliza aquí proviene de Toledo, aunque alguna llega desde Nueva Zelanda, "para su uso en ciertos detalles, por su brillo", cuentan los responsables de la FRFT.

Los azules, rosas, burdeos y dorados son las divisas que dan personalidad y fama a las manufacturas de la Real Fábrica. Aunque si no se encuentra el color adecuado para conseguir dar vida al dibujo, sus tintoreros pueden teñir la materia hasta dar con el matiz necesario. Otro de los puntos fuertes de la Fábrica es el particular corte de la lana tras ser anudada que se consigue aquí que define el dibujo y le da profundidad.

La alfombra más pesada producida aquí (240 metros cuadrados de ornamento) marca en la báscula más de una tonelada de lana y yute, material éste en el que se fija la primera pasada de nudos. Cada metro de tejido contiene 4,5 kilos de lana y una resistencia y calidad que hace que estos objetos puedan durar siglos. María Dolores Asensi, directora general de la Fundación, cuenta el caso de una puertorriqueña que ha encargado recientemente una gran alfombra "que pudiera ser dividida por dos cuando ella faltara para dejar idéntica herencia a sus dos hijas".En un callejón cercano a Atocha se agazapa una casona de historia abultada, la Real Fábrica de Tapices. Allí donde trabajó Goya, en los mismos telares, se siguen fabricando alfombras y tapices de gran fama. Además, su taller de restauración, dotado de los medios más modernos, ha situado a la institución entre las primeras del mundo. Un impresionante almacén que guarda cuatro toneladas de lanas de mil colores completa el singular conjunto.

MADRID VEDADO

Una operaria de la Fundación Real Fábrica de Tapices escoge unas madejas en el almacén de lanas de la institución, fundada en 1720.
Una operaria de la Fundación Real Fábrica de Tapices escoge unas madejas en el almacén de lanas de la institución, fundada en 1720.ULY MARTÍN

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