El populismo holandés se queda sin partido
La Lista Pim Fortuyn, creada por el político que fue asesinado en 2002, acuerda su disolución por falta de apoyo electoral
El populismo derechista holandés desaparece de la escena política nacional. Sin diputados y con apenas cinco concejales repartidos por el país como únicos representantes, la Lista Pim Fortuyn, fundada en 2002 por el político del mismo nombre, asesinado ese mismo año por un ecologista radical, ha resuelto disolverse. En cinco años escasos, el grupo ha pasado de ser la segunda fuerza nacional tras la democracia cristiana a desaparecer por culpa de rencillas internas, que precipitaron primero su salida del Gobierno y abocan ahora al cierre definitivo. Paradójicamente, si la violenta pérdida de su líder marcó en cierto modo este final anunciado, el legado de Fortuyn ha conseguido transmitirse al resto de partidos, que han adaptado a sus idearios parte de las propuestas que le valieron duras críticas en vida.
Aunque resultaría algo ingenuo afirmar que el testamento político de Pim Fortuyn, que proponía frenar la inmigración porque Holanda estaba "llena" y consideraba la cultura islámica "atrasada", sigue vigente sin matices, lo cierto es que el germen de sus denuncias ha contribuido a que la sociedad holandesa cuestionara el mito de la tolerancia sobre la que había fundado la convivencia. Porque Fortuyn, que era sociólogo y sabía cómo ganarse al público, también proponía cosas como la legalización de los inmigrantes que hubieran llegado al país antes de 2001. Eran 26.000 refugiados que han conseguido quedarse después de que cuatro Gobiernos seguidos -liderados por el democristiano Jan Peter Balkenende- hicieran filigranas para no encajarlos en sus planes.
Con un líder tan llamativo e inclasificable, que denigraba el islam porque decía que ignoraba las libertades individuales, en especial de la mujer o de los homosexuales, como era su caso, la deriva del partido ha sido implacable tras su desaparición. Según ha declarado el secretario del grupo, Jens van der Vorm, "ya no vale la pena seguir, porque un partido sin escaños es como una bicicleta sin ruedas".
Un símil muy genuino que evidencia el tirón personal de un político novato como Fortuyn, que se hizo un hueco a base de llamar la atención a colegas veteranos y avezados que no sabían cómo contenerle. Ni tampoco cómo clasificarle, porque el apelativo de extrema derecha no le cuadraba del todo. Era un populista de derechas con tintes xenófobos, desde luego, pero si lo que lamenta Van der Vorm es cierto, sus votantes han elegido a otros partidos que no encajan del todo en esta descripción. "Lo bueno es que su ideario no ha muerto. El Partido para la Libertad (este sí xenófobo y de extrema derecha) y los socialistas radicales han recogido los votos de los ciudadanos adeptos a la Lista Pim Fortuyn".
El caso del Partido para la Libertad no parece tener discusión. Propugna el cierre de las fronteras a la inmigración musulmana, multar a las mujeres que lleven burka y no permitir la entrada de imanes.
Pero lo del socialismo radical es más complejo. A pesar de su rechazo, suavizado en los últimos tiempos, a la ampliación de la UE y el no que propugnaron en el pasado referéndum, el grupo estaría en las antípodas del Partido para la Libertad. Tal vez la explicación para el favor que le otorgan los antiguos votantes de Fortuyn radique en que canalizan así, con trazo grueso, su desencanto ciudadano. Para lo que queda de la Lista Pim Fortuyn, éste podría ser una forma de autocrítica que no parece que vaya a modificar su futuro.
Después de que el fin de semana una amplia mayoría del partido apoyara la disolución, está previsto que la misma sea efectiva a finales de agosto. Para ello será necesario el voto del 75% de los miembros. Luego ya sólo quedará cerrar la puerta en enero de 2008. Los cinco concejales cumplirán todo su mandato hasta el año 2010. Un final con sordina para un partido que sacudió con fuerza inusitada, y por sorpresa, a una adormecida sociedad holandesa hace tan sólo cinco años.
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