Apuesta por México
El Gobierno español quiere tener en México, cuya presidencia desempeña el conservador Felipe Calderón, un primerísimo socio "privilegiado y estratégico" en América Latina, cuya dimensión abarca tanto lo político como lo económico. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero concluyó ayer una visita de dos días al país latinoamericano, que la diplomacia española ha presentado tácitamente como un contrapunto a la relación, más llena de escollos, con la izquierda bolivariana que representan el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales.
En la declaración conjunta se recoge el compromiso de cooperar en la lucha contra el terrorismo -no sólo el del islamismo fanático, sino también la extradición de etarras-, el blanqueo de capitales, la delincuencia organizada y el narcotráfico, y la voluntad de incrementar el desarrollo turístico de México, donde la hostelería española poseía 12.500 camas en 2001, y va para 40.000, con 101 establecimientos del ramo. La inversión turística española alcanza el 39% del total extranjero, sólo inferior a la de EE UU, con el 51%.
La relación con México prevé una reunión al menos anual de presidentes, así como un foro de diálogo bianual de la sociedad civil en los ámbitos políticos, económico y académico. Esa frecuentación aspira a la mejor defensa que pueda hacer España de los intereses de México en la UE, posiciones comunes en la ONU, y defensa del proyecto de Alianza de Civilizaciones, que ambos países consideran única vía para combatir el terrorismo internacional. Entre las dos izquierdas que gobiernan en América Latina, la tan respetuosa y respetada que encarna el presidente Lula en Brasil, y la tan bolivariana, gárrula y montaraz de Chávez en Venezuela, España parecía elegir ayer, antes de seguir viaje a Panamá, la derecha modernizadora de Felipe Calderón en México.
La estancia del jefe del Gobierno tuvo también otro aspecto entrañable con el homenaje a los niños de Morelia, un centenar de supervivientes ya octogenarios de los 400 niños españoles acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas en 1937, en plena guerra española. Zapatero también subrayó, en lo que ha sido un ejercicio de respeto a la mexicanidad, que España quiere integrarse "con humildad" a las celebraciones del bicentenario de la independencia en 2010.
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