Moléculas artificiales para bloquear la metástasis del cáncer
El hallazgo premiado de un equipo de la UPV podría aplicarse en otras enfermedades
Un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad del País Vasco ha desarrollado una familia de moléculas que actúan impidiendo que un cáncer derive en metástasis. Fernando Cossío, catedrático en Química y coordinador del equipo interdisciplinar que ha desarrollado la investigación -en ella participan también investigadores de Medicina de la UPV y científicos de la empresa Dominion Pharmakine y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)-, reconoce que la premisa en la que se basa el trabajo es "una aproximación general que podría aplicarse en más tipos de cáncer y otras enfermedades". El artículo recibió el pasado miércoles el X Premio Fundación Antonio Esteve, que se concede al mejor trabajo farmacológico publicado por un autor español.
Publicado en la prestigiosa revista alemana Angewandte Chemie, el trabajo describe el diseño, la síntesis química y la validación biológica de una nueva familia de inhibidores de la interacción entre una clase de integrina (VLA-4) y su ligando natural (VCAM-1). Una integrina, explica el químico, es una molécula que se encuentra en las membranas de las células. Su cometido es propiciar la adhesión de células sanas para formar tejidos, pero las células cancerosas utilizan las integrinas para unirse a tejido sano y provocar metástasis. "Nuestra objetivo es crear moléculas pequeñas que se metan en la célula cancerosa e impidan esa unión con el tejido sano. Si la integrina actúa como anzuelo, nosotros intentamos ponerle una goma para que no pesque", señala. La molécula inhibidora engaña a la célula cancerosa haciéndole creer que se ha adherido a tejido sano, y ésta, cuando descubre el fallo, se autodestruye.
El equipo ha demostrado en animales que las moléculas son eficaces para bloquear más del 50% de las metástasis en el hígado producidas por el melanoma B16. "Se trata de un tipo de cáncer que provoca una metástasis extremadamente agresiva", subraya Cossío. Este método se podría aplicar, añade, a "cualquier proceso indeseable, en otro tipo de cánceres o enfermedades en los que también se dé una importante interacción entre las células enfermas y la integrina".
Aun así, el investigador se muestra cauteloso a la hora de prever el alcance que tendrá el prototipo. "Son procesos muy delicados y queda mucho por demostrar". Dado que no se conoce la estructura de la integrina, el diseño de la molécula se realizó mediante técnicas informáticas y de simulación. "En vez de hacer muchas moléculas y cribarlas hasta hallar una útil, optamos por la simulación: se reproduce la interacción y se diseñan moléculas que cumplan la función inhibidora, con la esperanza de que una de ellas sea activa". Este proceso, añade, permite probar menos moléculas con más probabilidades de éxito. "Hallamos que cuanto más parecidas eran las moléculas diseñadas a la diana modelizada [la reproducción de la integrina a inhibir], más activas eran, lo que nos reveló que nuestro criterio era razonable", relata.
La integrina fue definida previamente como la diana terapéutica a la que apuntar la acción inhibidora por la otra parte del equipo, los biólogos celulares de la división de desarrollo terapéutico de la empresa vizcaína Dominion Pharmakine. Los resultados de la molécula desarrollada han sido comprobada en modelos animales. Cossío subraya que avanzar hacia las pruebas sobre personas y la futura comercialización de la molécula como fármaco es un proceso "muy largo y delicado". "Estamos pendientes de firmar un acuerdo con Dominion Pharmakine para realizar nuevos desarrollos. Y no hay que olvidar que desde que la molécula se fabrica hasta que se ve que interesante, y desde entonces hasta que se aprueba [para su uso en personas], tienen que pasar entre 10 y 14 años".
Ante la agresividad de los actuales tratamientos contra el cáncer, los investigadores de la UPV no han perdido de vista el objetivo final: "Crear nuevas moléculas útiles para los médicos que maximicen el efecto terapéutico y minimicen la toxicidad", recalca Cossío, quien indica que antes de desarrollar la molécula el equipo ha asegurado de que "sus efectos no son disparatados".
El equipo, del que también forman parte los químicos Aizpea Zubia, Silvia Vivanco, Begoña Lecea, Ana Arrieta y Eneko Aldaba, trabaja en diferentes proyectos relacionados con dianas a las que apuntar para tratar enfermedades oncológicas. Además, resalta el catedrático, del grupo de investigación ha salido una empresa spin-off, llamada Ikerchem, que incorporará investigadores cualificados para crear un pequeño polo de investigaciones en química en el País Vasco. "Una comunidad", recalca, "que hasta ahora no ha destacado, al contrario que otras como Cataluña, en esta área del conocimiento".
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