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Entrevista:ANA MARZOA | Actriz | Fin de semana

"Esta es una época que desprecia la experiencia; se lleva el usar y tirar"

Barakaldo acogió ayer el estreno absoluto de la versión de La señorita de Trevélez preparada por la compañía de Tomás Gayo. Ana Marzoa (Buenos Aires, Argentina, 1949), Premio Nacional de Teatro en 1986, interpreta el papel principal en esta tragicomedia de Carlos Arniches en la que se aborda la soltería y se clama contra la burla a que se somete a quienes nacen con taras físicas o psíquicas.

Pregunta. ¿Por qué no hay que perderse esta adaptación?

Respuesta. Por el disfrute y la comunicación. Es el teatro en el que uno se sienta, lo entiende y lo pasa bien. Aparte, lo pasa bien con una cosa que está bien hecha, donde las palabras son inteligentes.

P. Considera que no merece la pena trasladar La señorita de Trevélez al siglo XXI.

R. Claro. Me parece una pedantería pensar que es más actual porque la vistes como ahora, me parece una reducción tremenda. Esto es una pedantería de cierta parte de la humanidad mediocre, que se cree que por ser los últimos somos los mejores.

P. ¿Es, como dice el director, Mariano de Paco, una invitación a reír por no llorar?

R. Sobre todo a reír. Es una obra hilarante, es sobre todo una farsa cómica.

P. ¿Al margen de reforzar su ego, le ha ayudado el Premio Nacional de Teatro?

R. ¿El ego? Yo me tomo las cosas con mucha relatividad, porque los premios los dan personas. Los premios te dan alegría, pero siempre tomándolos con distancia. Por ello no eres la mejor; incluso el Nobel a veces se lo dan a cada uno... Además, pienso que esta es una época que en general desprecia la experiencia, y no hablo por mí, sino por la gente más vieja, y hay bastante temor al talento, se lleva más el usar y tirar. En el cine se nota mucho con modas de actores o actrices que durante dos años no paran de hacer películas y después ya se frena todo.

P. Llegó a España en 1972, pero en su país, Argentina, hay mayor afición al teatro.

R. Sí, y también más cariño y más respeto. Además, ocurre que las personas que no fueron nunca al teatro saben quién es famoso, aunque no le hayan visto.

P. ¿Por qué se decantó por la profesión de actriz?

R. La primera gran vocación me entró al escuchar música clásica cuando tenía cinco o seis años. Me puse a llorar al escuchar un disco de Chopin. Pero era muy tímida y me puse a bailar. Luego me di cuenta de que estar todo el día ahí, haciendo barra, no me gustaba, que lo que me gustaba era la interpretación.

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