Rajoy propone una reforma electoral para recuperar Galicia o Baleares
El PP reclama que gobierne el más votado o haya doble vuelta
El PP está muy molesto por la pérdida de Galicia y Baleares, las dos comunidades que ha dejado de gobernar desde que Mariano Rajoy llegó a la presidencia de este partido y donde se quedó al borde de la mayoría absoluta. Por eso ayer el líder popular, aprovechando que presentaba en Madrid una conferencia de Alberto Núñez Feijóo, el barón gallego, propuso una reforma electoral que garantizaría al PP gobernar en esas autonomías.
El PP estuvo ocho años en el poder, cuatro de ellos con mayoría absoluta, y nunca promovió una reforma de la Ley Electoral. Sin embargo, el asunto de respetar a la lista más votada está muy presente en este partido, hegemónico en la derecha española -al contrario que la izquierda, que se divide en PSOE e IU- y con grandes dificultades en los últimos años para pactar con los nacionalistas. En los 80, cuando existía el CDS, AP sí pactó para arrebatar alcaldías a los socialistas en lugares donde éstos eran los más votados, como sucedió en Madrid.
Rajoy fue muy poco claro en el contenido de su reforma, aunque todo parece indicar que el PP sólo se refiere a elecciones autonómicas y municipales, no a las generales. Una guía de por dónde podría ir está en una resolución presentada por este partido la semana pasada en el debate sobre el estado de la nación. El texto tampoco concreta del todo, pero da más pistas: "Promover las reformas legislativas necesarias, que garanticen el cumplimiento del mandato de los ciudadanos, evitando que partidos con un apoyo minoritario y residual se erijan en componedores de soluciones de gobierno que no responden a la voluntad expresada por la mayoría de los electores. Esta reforma legal será consensuada, pero sin desvirtuar el principio antes expresado, o bien con la elección directa de la lista más votada, o bien con una fórmula de doble vuelta o similar que garantice la voluntad de los electores".
"Desparpajo"
Esta reforma parece pensada expresamente contra Unió Mallorquina, el partido que con el 6% de los votos decidió que el dimitido Jaume Matas dejara de ser presidente de Baleares para que el socialista Francesc Antich se hiciera con el poder.
Rajoy dijo ayer que el cambio de la Ley Electoral debe ser una prioridad de la próxima legislatura, y extendió la idea a Galicia. Reprochó al presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, del PSdeG-PSOE, el "desparpajo" con el que gobierna teniendo en cuenta que en las elecciones gallegas quedó "a distancia sideral del primer partido". "Y habla en nombre del respeto a la voluntad de los ciudadanos", se enfadó.
Rajoy sostuvo además que Feijóo ha ganado sus primeras elecciones como presidente del PP gallego, las municipales, porque es la "primera fuerza política en Galicia con una diferencia de más de 10 puntos sobre el segundo, el PSOE, y más de 20 sobre el tercero, el BNG". Sin embargo, el PP tuvo un resultado discreto en esta comunidad, ya que con respecto a los anteriores comicios perdió 39.227 votos y un 1,65% del apoyo. Se quedó así por debajo del 40%, por primera vez desde 1983. Además, perdió 253 ediles (un 12,3%).
Partiendo de esa victoria en votos, que obedece a su fuerza rural, Rajoy criticó la ley que le ha hecho perder poder electoral, hasta el punto de que sólo el 30% de los gallegos tiene alcalde del PP, cuyo baluarte más importante, tras perder Ourense, es Ribeira (30.000 habitantes). "La existencia de una Ley Electoral que está caduca, pasada de moda e interpreta de forma muy curiosa lo que es un sistema democrático, ha dado lugar a que en muchos lugares donde el PP es primera fuerza política, con una diferencia abismal, esté en este momento en la oposición", se quejó. Rajoy aplaudió a Feijóo, uno de los barones de su máxima confianza, porque es "un luchador que no tiene miedo a los cambios, un reformista convencido con visión de Estado".
El presidente del PP, que durante toda la legislatura ha recriminado al PSOE que no pactara las grandes reformas con él, aseguró que su propuesta tiene intención de lograr un consenso. Sin embargo, el PSOE y los partidos pequeños criticaron una reforma que sólo beneficiaría a los populares.
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