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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Imagen de prosperidad

La imagen actual de España es la de una sociedad próspera y políticamente estable como consecuencia de una larga etapa muy prolongada de crecimiento económico que, ya casi desde el año 2000, supera con creces la tasa de crecimiento medio de la Unión Europea. Las cifras, conocidas por el informe El stock y los servicios de capital en España que elaboran el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA, son incontrovertibles: España acumula hoy una riqueza -medida en términos de capital neto, es decir, la riqueza de los activos en los que han invertido los ciudadanos- de 4,3 billones de euros, con un crecimiento del 50% entre 1996 y 2006. No es casual que el 50% de esta riqueza se concentre en el llamado capital residencial, es decir, en la vivienda, ni que la inversión haya pasado a representar el 30% del PIB en 2006, frente el 21% en 1995. También puede explicarse con facilidad, acudiendo a las concentraciones de población y servicios, el hecho de que la riqueza acumulada se concentre en Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía.

Esta explosión de prosperidad económica tiene causas bien precisas, entre las que pueden citarse la reducción de los tipos de interés iniciada a principios de 1996, la integración de la economía española en el área de estabilidad monetaria como es la Unión Económica y Monetaria y el excelente aprovechamiento que han hecho las instituciones políticas españolas de los fondos financieros procedentes de Bruselas. La financiación europea ha mejorado ostensiblemente la red de infraestructuras y servicios de España, hasta el punto de que esa inversión pública explica gran parte de la convergencia en renta bruta y renta per cápita de algunas comunidades españolas -Castilla y León y Castilla-La Mancha, por ejemplo- con las regiones históricamente más ricas.

Pero este informe es algo más que una foto fija de la riqueza española. También proporciona muchas pistas sobre las políticas a seguir para continuar en la senda del crecimiento económico. La primera es mantener y aumentar el ritmo de creación de infraestructuras, porque es la red sobre la que se edifican las relaciones económicas y comerciales; la segunda es acrecentar la inversión en conocimiento e investigación, porque la economía española tiene que desprenderse de los modelos de crecimiento fundados en los salarios bajos; y por último, la sociedad española tiene que insistir en la estabilidad jurídica y regulatoria, para atraer y mantener las inversiones.

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