Con la tormenta en casa
Las broncas internas y las denuncias por la vetustez de los equipos minan la credibilidad del Centro Nacional de Huracanes de EE UU
En el Centro Nacional de Huracanes de EE UU (CNH), el temporal está dentro. Una tormenta política hizo volar al director de su puesto el lunes. Bill Proenza, meteorólogo de 62 años, fue destituido por la presión de sus científicos, que lo acusaron de socavar la confianza de los estadounidenses en los pronósticos del centro.
Proenza, que llevaba escasos seis meses en el cargo, desató la polémica al afirmar en marzo que uno de los satélites del CNH, el QuickSCAT, está obsoleto desde hace cinco años y que opera con un transmisor secundario. Si el transmisor falla, dijo Proenza, la precisión de los pronósticos estaría apenas en el 16%, y los posibles errores elevarían el coste de los planes de emergencia y evacuación si un huracán azota EE UU. Por ese motivo, el meteorólogo graduado en los sesenta de la Universidad de Florida y antiguo director del Servicio Nacional de Meteorología en el sur del país, inició una campaña para la sustitución del satélite. El reemplazado, sin embargo, fue él. Edward Rappaport, subdirector del CNH, está ahora al frente.
La crisis sale a la luz en plena temporada de ciclones (del 1 de junio al 30 de noviembre). En esta época, millones de ciudadanos y medios de comunicación consultan al CNH, con sede en Miami, ante el riesgo de una catástrofe natural como el huracán Katrina, que en 2005 se cobró la vida de 1.800 personas, sobre todo en EE UU.
La semana pasada, 23 científicos firmaron una petición para exigir la renuncia de Proenza. "El equipo del CNH ha concluido que necesita un nuevo director", reza el comunicado. Los firmantes son parte del personal con mayor experiencia y representan más de la mitad del equipo del director. Uno de ellos es Lixion Ávila, que ha trabajado 20 años cerca de los jefes del centro. Para Ávila, Proenza "puso en riesgo el prestigio" de quienes trabajan en el CNH, y asegura que el satélite, puesto en órbita en 1999, no es tan importante como los aviones de reconocimiento o los barcos de observación que se usan en el Atlántico, el Caribe, el golfo de México y el Pacífico. "Decir que el CNH no trabaja sin el QuickSCAT es como decir que un coche no funciona porque no tiene asientos de cuero", afirma.
A partir de la polémica, los nubarrones cubrieron al CNH. "Es la primera vez que se rompe la unión", dice Ávila, "pero nosotros vamos a seguir trabajando para salvar vidas humanas". Los meteorólogos ya han comenzado el cabildeo para remplazar al QuickSCAT en 2013. El coste estimado del proyecto es de 9.000 millones de euros, según el diario The Miami Herald, pero Ávila se muestra cauto. "No queremos un cambio de todo a lo loco. Las personas no acaban de entender el problema, y es que la integridad científica es lo más importante que tenemos".
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