El etarra detenido en Santander esperaba un coche bomba y tenía datos del 'ferry' y de los juzgados
El presunto liberado (a sueldo) de la organización terrorista ETA arrestado ayer en Santander, Aritz Arginzoniz Zubiaurre, tenía entre la documentación intervenida por los tres policías que le detuvieron información sobre tres posibles objetivos: el ferry que une Santander con Plymouth, los juzgados y la plaza Porticada, ahora peatonal, todos ellos en la capital cántabra, según fuentes de la investigación.
Francia entrega a dos etarras acusadas de un secuestro en 1983, de asesinato y de pertenencia a banda armada
La policía desarticula el núcleo de 'kale borroka' en Álava desde 2004 al arrestar a cuatro cabecillas de Segi
El arrestado se movía por Cantabria en autobuses de línea desde el 1 de julio junto a otra activista de la organización
El Cuerpo Nacional de Policía, que no detalló el grado de elaboración de los posibles objetivos de este comando, sospecha que el supuesto etarra pudiera estar a la espera de recibir un coche bomba para comenzar a actuar, aunque sin descartar otro tipo de atentados. Los tres posibles objetivos del comando se encuentran en una zona de fácil e inmediato acceso a las principales vías de circulación para abandonar la capital.
Arginzoniz formaba parte de un comando de ETA de reciente creación en Cantabria junto a su compañera sentimental, Saioa Sánchez Iturregi, con la que compartía comando en Vizcaya hasta que fue desarticulado por la Ertzaintza a finales de diciembre del pasado año. Entonces huyó junto a su novia.
Ayer no pudo sortear a la policía, que cree que ambos llevaban en Cantabria desde el 1 de julio. Habían pernoctado "varios días" en el cámping de Isla, una zona muy turística situada a 45 kilómetros de Santander. Huido desde finales del pasado año cuando la Ertzaintza encontró en Amorebieta y Atxondo un total de 230 kilos de explosivos con los que el comando Vizcaya de ETA pretendía romper el alto el fuego permanente, su actitud le delató, según explicó la policía, en alerta antiterrorista de nivel 2 desde el inicio del juicio del 11-M.
El presunto liberado etarra no ofreció resistencia al ser arrestado por un inspector y dos policías jóvenes en torno a mediodía, pero sí creó una pequeña situación de crisis en la estación de autobuses de Santander. Aritz Arginzoniz Zubiarre, junto a su compañera de comando en la provincia de Vizcaya, Saioa Sánchez Iturregi, eran los dos únicos activistas que permanecían huidos desde el hallazgo fortuito del zulo de Amorebieta el pasado 23 de diciembre por la Ertzaintza. La policía confirmó oficialmente que la activista que estaba siendo buscada ayer en Cantabria es la compañera de Arginzoniz en el comando Vizcaya. Un grupo del que también formaban parte Asier Larrinaga y Garikoitz Etxeberria, detenidos en Francia el pasado 9 de enero. La policía montó controles también en la frontera con Francia para localizar a la etarra.
Los enseres personales y otras pruebas abandonados por ambos supuestos terroristas en el zulo permitieron entonces a la policía identificarles. Intentó detenerles sin éxito el pasado 9 de enero en sus domicilios de Elorrio (Arginzoniz) y Berango (Sánchez).
Arginzoniz, que llevaba un tiempo esperando en uno de los bancos en la dársena de embarque de la estación de autobuses, tenía en el momento de su arresto una mochila con documentación falsa, una pistola Smith&Wesson y un temporizador de los que habitualmente utilizan los etarras en sus artefactos o coches bomba. Vestido con vaqueros y una camiseta roja, su actitud nerviosa levantó sospechas entre los agentes que controlan de manera preventiva las estaciones de autobuses y trenes. Santander es una de las capitales y zonas turísticas que ha visto reforzada su seguridad dentro del Plan Verano, iniciado el pasado 1 de julio. Tras pedirle la documentación y tras varias preguntas, según la versión oficial, el activista se presentó como miembro de ETA y en ningún momento hizo ademán de escapar.
Después se lo llevaron al despacho que la policía tiene junto a las dársenas de autobuses. Allí, encontraron en la mochila la pistola, la documentación falsa y el temporizador. Inmediatamente, alrededor de 13.15, los agentes ordenaron el desalojo de los tres pisos de la estación, situada en el centro de Santander, donde cientos de viajeros y trabajadores se encontraban en ese momento, según la reconstrucción que ha podido hacer este periódico a través de testimonios de los testigos.
Junto al golpe a la red operativa etarra en Santander, la policía descabezó ayer lo que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, calificó del "núcleo dinamizador" de la violencia callejera en Álava en los últimos tres años. De hecho, la policía atribuyó a los cuatro detenidos en Vitoria y Salvatierra (Álava) más de 40 sabotajes de terrorismo callejero cometidos en Vitoria desde 2004. Los agentes de la Comisaría General de Información que intervinieron en el operativo, iniciado a partir de la medianoche, registraron un total de seis pisos, dos de ellos pertenecientes a otros dos activistas de la kale borroka que no fueron encontrados en sus domicilios.
La operación estuvo coordinada por el Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional. Los detenidos, vinculados a la organización juvenil ilegal Segi, son: Gorka Velasco Larequi, de 20 años; Koldo Moreno Fernández, de 21, y Xabier Fernández de Gamarra Alutiz. En Salvatierra fue arrestado Urko Arroyo López de Erentxun, de 24, y con antecedentes por delitos de violencia callejera. Los agentes hallaron en los registros material para confeccionar artefactos incendiarios y documentación de Segi.
Antiguas terroristas
El día se completó con la cooperación internacional. María del Rosario Delgado Iriondo y Dolores López Resina, miembros de ETA, llegaron a España custodiadas por agentes de la Interpol tras hacerse efectiva la entrega por parte de las autoridades francesas. Ambas están reclamadas por la Audiencia Nacional por delitos de secuestro, asesinato, tenencia de explosivos y pertenencia a banda armada, entre otros. Delgado fue miembro del comando Madrid y participó en el secuestro del empresario Diego de Prado y Colón de Carvajal en 1983 y en el asesinato del director del Banco Central de Madrid, Ricardo Tejero Magro, en 1985. López Resina perteneció al comando Barcelona en los años noventa.
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