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Reportaje:

"Volvería a Yemen mañana mismo"

La catalana Júlia Vilaró explica cómo vivió el atentado terrorista en el país árabe, en el que resultó herida

Júlia Vilaró Rodríguez, médica de 58 años, estuvo muy cerca de ser una de las siete víctimas mortales del atentado terrorista que ocurrió en Yemen el pasado día 2. Tuvo suerte. Hoy sólo tiene que lamentar algunas heridas superficiales causadas por la metralla y un politraumatismo en el pie izquierdo. Es una buena narradora de historias. Es paciente y no descuida ni un solo detalle a la hora de explicar aquella experiencia.

"Volvería a Yemen mañana mismo", dice Júlia desde la cama del hospital de Vall d'Hebron, donde espera ser operada mañana de su maltrecho pie. "Contraté un viaje de 25 días y sólo disfruté uno. Exijo recuperar los 24 días que me quedan", dice entre risas. Esta barcelonesa compró el viaje en Banoa, una agencia especializada en viajes de aventura a países alejados de los tradicionales canales de turismo. Era una oferta demasiado tentadora para una mujer que es una gran viajera y se confiesa apasionada de los lugares exóticos en general, y del mundo árabe en particular. Ha vivido largas temporadas en Egipto ejerciendo su profesión, habla árabe -"el de la calle", dice con modestia- y ha viajado por medio mundo. "Lo llevo en los genes. Cuando tenía seis o siete años siempre consultaba los atlas de geografía. Leía historias sobre China y otros países lejanos o devoraba las novelas de Julio Verne. No me gustaban los libros para niñas que se leían en aquellos tiempos", afirma.

Un total de 13 turistas españoles llegaron a Saná, la capital de Yemen, el sábado 30 de junio por la tarde. Sólo 48 horas después un terrorista suicida montado en un coche bomba puso fin a un viaje largamente esperado. "Acabábamos de visitar el recinto en el que se había levantado la famosa ciudad de la reina de Saba. Los compañeros y yo habíamos acordado irnos a dormir pronto esa noche porque a la mañana siguiente nos esperaba un viaje muy largo por el desierto", relata Júlia. Unos instantes más tarde vino la luz amarilla.

"Me senté en el coche, cerré la puerta y empecé a mirar las fotos que había tomado. Estaba viendo la primera foto y entonces oí una fuerte explosión. Una luz amarilla, muy intensa, lo inundó todo. Creo que perdí la conciencia unos segundos. Cuando desperté había fuego a mi alrededor. Los coches de mis compañeros estaban en llamas y el todoterreno en el que yo iba era chatarra. Me giré y vi que la compañera que estaba sentada detrás de mí estaba muerta".

El ataque acabó con la vida de siete turistas españoles -cinco catalanes y dos vascos- y el resto resultó herido. Todos fueron repatriados a España y su vida no corre peligro, excepto una mujer vasca que continúa en Saná en estado muy grave.

Ni el tono de voz, ni las palabras, parecen revelar rencor hacia el terrorista que cometió el atentado. Júlia sólo se altera cuando se acuerda de quienes que en los últimos días han criticado a los integrantes del convoy español por exponerse a este tipo de ataques viajando a lugares peligrosos. "¿Y los de Atocha, qué?". Se pregunta. "Ellos estaban en Madrid, iban a trabajar o a la escuela y les pasó lo mismo". "¿Y los de Hipercor? Estaban en un día tranquilo de compras. Algo así te puede pasar en cualquier lugar", sentencia.

La ayuda llegó rápidamente, pero el camino de vuelta a la capital yemení fue una odisea. "Tardamos cinco horas en llegar a Saná. Yo tenía las heridas abiertas y el pie destrozado. Hicimos todo el viaje en una ambulancia vieja sobre tablas de madera, y sin analgésicos ni tranquilizantes. Menos mal que con el shock de la explosión no podía sentir dolor", relata Júlia.

La repatriación desde Saná hasta Madrid se llevó a cabo sin más problemas. Pero la catalana recuerda otro momento desagradable: "Justo después de la explosión alguien me robó todo lo que tenía en el bolso: 800 dólares, un disco duro para la cámara de fotos y algunos collares. Sólo me dejaron el pasaporte".

La conversación se cierra con una despedida que resume el carácter de esta mujer aventurera y vitalista: "Otro día quedamos y te explico cosas de otros países. No sé. Birmania, por ejemplo".

Júlia Vilaró, ayer en su habitación del hospital de Vall d'Hebron donde espera para ser intervenida de las fracturas en un pie.
Júlia Vilaró, ayer en su habitación del hospital de Vall d'Hebron donde espera para ser intervenida de las fracturas en un pie.MARCEL·LÍ SÀENZ

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