El regreso del 'Pac-Man'
Mascherano, básico en el Liverpool de Rafa Benítez, impulsa a Argentina hasta las semifinales
El seleccionador de los equipos juveniles de Argentina, Hugo Tocalli, le definió con el nombre de la figura redonda y amarilla que fagocitaba puntos en el más primitivo de los juegos electrónicos. "Es un pac-man", dijo Tocalli. De físico compacto, riguroso en la administración, y severo con los rivales, Javier Mascherano (San Lorenzo, 23 años) hizo del patrullaje del medio campo un arte. Con él en marcha, el corredor del cuatro se convirtió en algo parecido al lugar donde mueren las mejores intenciones de los equipos adversarios. Ahora se prepara para recibir a México, el jueves en las semifinales.
Mascherano se distinguió tanto por la perfección en la sombra, que pocos repararon en su clase. Algunos lo están descubriendo ahora. Contra Paraguay, en la primera fase del torneo, y contra Perú, en los cuartos de final, se exhibió como interior derecho y metió dos goles que contribuyeron a cerrar los partidos. Rafa Benítez, el técnico del Liverpool, puede felicitarse. El día que sacó a Mascherano del olvido al que había sido sometido en el West Ham, rehabilitó para el fútbol a uno de los mejores medios del globo.
ARGENTINA 4 - PERÚ 0
Argentina: Abbondanzieri; Zanetti, Ayala, Gabriel Milito, Heinze; Mascherano, Verón (Gago, m. 71), Cambiasso (Aimar, m. 83); Riquelme; Messi y Diego Milito (Tévez, m. 46).
Perú: Butrón; Villalta, Acasiete, Villamarín (Zúñiga, m. 64); Vílchez, Galliquio; De la Haza, Balazar, Mariño (Mendoza, m. 74); Pizarro y Guerrero (García, m. 54).
Goles: 1-0. M. 47. Riquelme. 2-0. M. 61. Messi. 3-0. M. 75. Mascherano. 4-0. M. 85. Riquelme.
Árbitro: Carlos Simón (Brasil). Amonestó a Acasiete, De la Haza y Ayala.
37.000 espectadores en el Metropolitano.
"Benítez me llamó personalmente al teléfono, el año pasado", recuerda el jugador; "me dijo que yo sería una pieza importante en su equipo. Y le estaré eternamente agradecido por ello. En el Liverpool volví a encontrarme con el fútbol".
El ex seleccionador, José Pékerman, suele decir que Mascherano es el centrocampista con mejores condiciones en el mundo para jugar solo por delante de los centrales. Aunque Benítez lo emparejó con Xabi Alonso, en el Liverpool el argentino no sólo reencontró la senda del juego. Allí lo vio Alfio Basile, el actual técnico albiceleste, y decidió que disponía de mayores fundamentos que Gago para ejercer de único medio centro. La decisión fue inesperada. Desde que Basile se hizo cargo del equipo, en octubre de 2006, su predilección por Gago no había dado lugar a dudas. El agradecimiento del preparador hacia el jugador que le había dado dos títulos con Boca era palmario. La situación de abandono que vivía Mascherano en el West Ham tampoco lo ayudaba. Con su traspaso al Madrid, la prensa argentina más bulliciosa había encumbrado a Gago como al heredero de Redondo. Fernando II, le llamaban.
Hasta marzo, Gago fue el organizador titular de Argentina. Pero el regreso de Verón y Riquelme a la selección para jugar la Copa América supuso más alternativas en la distribución del balón. La elección de Mascherano, fundada en la necesidad de un jugador con mucha marca, fue una consecuencia inevitable. Mientras el jugador del Liverpool alcanzaba la final de la Liga de Campeones, su colega en el Madrid se caía de las alineaciones de Capello. "Está muy cansado", repetían los colaboradores del ex entrenador madridista. Gago llevaba tres años jugando sin parar. Sin vacaciones. Su organismo había entrado en déficit. Demasiado hándicap para competir con Mascherano.
Mientras que Gago es un urbanita, elegante y calculador, Mascherano remite al combate. Quiso ser profesional desde los 12 años, nunca pensó más en los contratos que en su carrera, y proviene de un pueblo. Nació en San Lorenzo, junto al río Paraná. El lugar es famoso porque allí se fundó el mito del valor nacional argentino. La historia refiere que hubo una batalla entre patriotas y realistas, en el que la vida del prócer máximo, José de San Martín, se vio en serio peligro. San Martín quedó atrapado por su caballo muerto hasta que lo rescató un tal Cabral. Soldado rudo, tal vez mestizo, Cabral puso el cuerpo y recibió las balas que iban dirigidas al general.
Hoy Mascherano, el chico de San Lorenzo, es el futbolista oscuro que permite a la selección Argentina brillar con un ataque formidable.
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