Directos
El directo ha sido el rey del fin de semana. Y la globalización, la reina. El Tour, Wimbledon, fórmula 1, los sanfermines, el concierto Live Earth. La realidad on line, si es que aún se la puede llamar así (me temo que no). Caen los monopolios, se multiplican exponencialmente los puntos de vista. La fiesta pamplonica era hasta el sábado coto privado de TVE. Ya no. Cuatro ha irrumpido con gran despliegue tecnológico. Gana la información: entrevistas a corredores, a pastores, a dobladores. Todavía no a los heridos, pero al tiempo: las cámaras ya no recogen sólo el dolor físico, hurgan en el del alma: antes de la carrera los mozos no quieren hacer declaraciones, pero sus rostros explican la angustia mejor que nada. Hemingway globalizó el trazo grueso, la mezcla salvaje de sangre y fiesta; la televisión globaliza el detalle, el mozo emparedado entre el pitón y el vallado, el insensato que galopa ante el morlaco con una cámara en la mano (se comprende la tentación: los chismes son pequeños, más que un diario enrollado, aunque no sirvan para lo mismo).
En una sola cosa la retransmisión antigua supera a la moderna: en el silencio de los locutores ante el encierro. El audio hecho de canto, petardazo, toque de cencerro, pisotón y grito es mucho más dramático que el construido por la palabra: confiere a los tres minutos de la carrera una duración eterna y una profundidad de rito antiguo.
Aparte de que evita errores, como dar por entrados los seis toros a la plaza cuando aún faltan dos (esto ocurría el sábado, y recordaba el lío de los cuartos y las horas de las campanadas de fin de año; ayer todo mejoró). La fiesta globalizada es otra fiesta. Como el concierto globalizado es otro concierto. Live Earth, un espectáculo deslocalizado entre Tokio, Río de Janeiro y otras ciudades, reunió a 150 artistas en directo (sábado y madrugada de domingo, Canal+2). ¿Un concierto? ¿Un mitin ecologista? ¿Una navegación virtual por nueve capitales en su versión de Internet? ¿Una teletienda de productos sostenibles? ¿Un catálogo discográfico? De todo un poco: la globalización disuelve géneros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.