Tres toreros a lo suyo
Pamplona es como es y no hay atutía. Los prolegómenos de la novillada y la corrida de rejones, no tenían nada que ver con el auténtico tuétano del sentir taurino de los pamplonicas, que ha salido hoy a relucir en toda su expresión: juerga a tope en sol y atención por lo que ocurre en el ruedo en la sombra. "Ohú lo que cuesta llevar los billetes a casa", se debió de decir ayer más de un banderillero al tantear el panorama.
Pero los toreros saben adonde vienen y deben de remitirse para compensarlo mentalmente a ese ruedo virtual que les brinda este año la cobertura televisiva de las corridas, sabedores de que les están viendo en toda España con suma atención. Así las cosas, los tres espadas estuvieron dignísimos. Parecía que el ganado de la "señá" Aguirre iba a salir por donde lo solía hacer últimamente, al ver cómo el primero emparedó literalmente contra el burladero al bueno de Serafín Marín, que se llevó en el lance un tremendo topetazo en la espalda, sin que afortunadamente la cosa pasara a mayor asunto que el de tener que pedir a su compañero de terna, Iván Vicente que le cambiara el turno en el orden de lidia, pues, probablemente, la lesión pulmonar que arrastra desde Ajalvir le exigiría un mayor tiempo de recuperación. Pero tampoco pegaron los toros bocados, y varios de ellos, hasta se dejaron torear. El primero, por Uceda, que lo recibió con unas vistosas verónicas que el astado se dejó dar, casi a pesar suyo. Con la muleta, comenzó José Ignacio doblándose con el empaque que le caracteriza, para recetar tres series excelentes, algunos de cuyos pases de mano baja tuvieron gran plástica.
Aguirre / Uceda, Marín, Vicente
Toros de Dolores Aguirre, de excelente presentación y aceptable juego. Uceda Leal: media tendida y descabello (saludos desde el tercio); estocada caída, pinchazo y estocada atravesada (silencio). Serafín Marín: estocada tendida y dos descabellos (aviso y silencio); estocada contraria y tres descabellos (aviso y silencio). Iván Vicente: metisaca y estocada atravesada (silencio); media atravesada (saludos desde el tercio). Plaza de toros de Pamplona. 7 de julio. 3ª corrida de feria. Lleno.
El pupilo de la Aguirre se avino a tomar la muleta por el pitón derecho con clase. Por la izquierda la cosa fue más complicada, pero tampoco el de Usera escurrió el bulto por ese lado. Lo mató con media tendida y un descabello, y los aplausos se escucharon lo suficiente en medio del estruendo de las peñas para que saludara desde el tercio. El cuarto fue el más manso de la corrida, y sorprendió en Uceda que, habiendo podido escurrir el bulto como otras veces sin que le censuraran demasiado por ello, se fuera detrás del pavito tratando de hacerlo potable, empeño que resultó imposible.
Así las cosas, fue Iván Vicente el que toreó los toros de Marín. No debió dar tiempo en corrales a cambiar el orden que habían sorteado previamente. Como toda la corrida, este toro mostró un pitón derecho bueno para la muleta, y por allí estuvo más confiado Vicente que por el zurdo, que era mucho más difícil de abordar. Le sonaba como ambientación el Bienvenido de Miguel Ríos, pasodoble roquero que, sin duda, le inspiró en gran manera. La verdad es que sonaba realmente bien. Al quinto de la tarde lo recibió Vicente con templadas verónicas para dirigirlo al caballo, en donde recibió una vara infinita. Sonó entonces una suerte de charanga tecno que causaría furor en las discos más vanguardistas de Amsterdan y Londres. Tanteó el madrileño al de la Aguirre por la derecha, en varias series, hasta obtener una cuarta realmente meritoria. Se le ve firme y seguro a este torero, y parece que va a escalar ese año algunos peldaños más. Acabó saludando desde el tercio, con la aquiescencia del sol.
A pesar del topetazo que sufrió en el toro de salida, Serafín Marín se mostró completamente recuperado de su percance de principio de temporada, y parece atravesar un excelente momento. Es más: su toreo ha mejorado y ha ganado en sentimiento y cadencia. Lo demostró de igual manera en sus dos enemigos: en el primero de ellos, se fue al terreno del toro, que había cantado su querencia a chiqueros, y allí le instrumentó derechazos con gusto, tal vez un poco cortos. Mientras el Help! de Tony Ronald ascendía al top one del charangueo pamplonica, el último toro, carente de sensibilidad musical, se fue a chiqueros y tras él Marín, que a punto estuvo de sacarlo de la querencia para torearlo con gusto. El problema es que el pupilo de la Aguirre no se dejó. Nadie es perfecto.
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