Terror con bata en el Reino Unido
La policía británica comienza a presentar cargos contra los médicos detenidos por los tres atentados fallidos
Ayer se cumplieron dos años de los atentados del 7-J en Londres. Pero el aniversario ha pasado casi inadvertido, porque los británicos tienen preocupaciones más recientes en la cabeza: los dos fallidos intentos de atentado con coche bomba en la madrugada del viernes 29 de junio en el West End londinense y el fracasado coche bomba del día siguiente en el aeropuerto de Glasgow.
Si la matanza del 7-J, en la que murieron 52 viajeros del metro y el autobús y tres terroristas suicidas, fue realizada por cuatro musulmanes nacidos y criados en el Reino Unido, los acontecimientos de hace una semana tienen como sospechosos a un grupo de médicos originarios de India y Oriente Próximo.
Todavía es prematuro hablar de culpables, porque la policía aún no ha presentado cargos contra nadie. En estos momentos hay ocho detenidos: siete en el Reino Unido y uno en Australia.
El origen de los sospechosos hace pensar que puede tratarse de un grupo de terroristas que actúan inspirados por Al Qaeda y que han utilizado su condición de médicos para introducirse en el país y preparar una serie de atentados, aunque al menos dos de ellos hace años que tienen relación con el Reino Unido y uno incluso nació en territorio británico y tiene pasaporte británico, aunque se crió en Irak. La torpeza con la que fueron perpetrados los atentados, sin embargo, hace pensar que no tenían la preparación necesaria para provocar una matanza.
Poco o nada se sabe de la vinculación que seis de los detenidos tienen con los hechos del pasado fin de semana. Pero la participación de dos de ellos es incuestionable: Bilal Abdulá (hasta ahora, el único de los sospechosos que ha sido acusado formalmente) y Kafeel (o Jalid) Ahmed fueron detenidos nada más bajar del jeep Cherokee al que habían prendido fuego en las puertas del aeropuerto de Glasgow. Aunque la policía no lo ha confirmado, se cree que son también ellos quienes conducían los dos Mercedes abandonados en el West End cargados de gasolina, bombonas y clavos, pero que no pudieron hacer estallar porque fallaron los teléfonos móviles que utilizaron como detonadores. Se cree que luego volvieron a Glasgow utilizando taxis, trenes y autobuses, y allí perpetraron el atentado fallido en el aeropuerto. Bilal Talal Abdulá, el hombre que salió sano y salvo de ese atentado, tiene 27 años, es médico y, aunque se crió en Irak, nació en Aylesbury (Buckinghamshire), donde trabajaba su padre, también médico. Aunque tiene aún parientes en Cambridge, la familia se trasladó a Bagdad cuando tenía cinco años. Allí estudió Medicina, carrera que acabó en 2004. Sus compañeros de facultad dicen que era "un suní extremista" y que siempre "guardaba las distancias". En la facultad hizo amistad con un grupo de estudiantes extremistas. "Llevaban barbas y siempre hablaban de religión. Él estaba en contra de la gente que vestía ropas occidentales y les decía a las mujeres médicos que se pusieran velo y guantes", explicaba un colega de estudios al periódico The Times.
Según el diario The Guardian, Abdulá pasó periodos en el Reino Unido, en Cambridge, donde se inscribió como votante en 2001 mientras vivía en una casa propiedad de la mezquita local y alquiló un piso en 2004. Pero no se registró como médico en el Reino Unido hasta 2006. Trabajaba como médico en el Royal Alexandra Hospital, en Paisley, al sur de Glasgow.
Kafeel (o Jalid) Ahmed es el hombre que literalmente ardió tras el atentado de Glasgow. Aunque en un principio se dijo que era médico o que trabajaba en el Royal Alexandra Hospital (donde le atendieron de quemaduras en el 90% de su cuerpo antes de ser trasladado el jueves a otro hospital), ahora parece que es ingeniero aeronáutico y que ha estudiado en la Universidad de Queens, en Belfast, y en la Universidad Politécnica de Cambridge. Nacido en Bangalore (India), vivió en Irlanda del Norte entre 2001 y 2004. Se cree que es hermano de Sabeel Ahmed, de 25 años, también de Bangalore, que trabajaba en los hospitales de Halton y Warrington como médico y fue detenido el sábado de la semana pasada en la zona de Lime Street, en Liverpool.
Los hermanos Ahmed serían primos segundos de Mohammad Haneef, de 27 años, también de India, que trabajó en 2005 como médico en el hospital de Halton antes de trasladarse al Gold Coast Hospital, en Southport (Australia), en 2006. Fue detenido en Brisbane el martes cuando se disponía a tomar un avión con destino a India. "Siempre pagaba el alquiler puntualmente y volvía a casa a las cinco y media", declaró su casero. Los otros implicados son Mohamed Asha, de 26 años, neurocirujano en el North Straffordshire Hospital, y su esposa, Marwah Dana Asha, palestina de 27 años, investigadora en el laboratorio del mismo hospital. Hay otros dos detenidos que no han sido identificados.
El neurocirujano brillante
Hay muchas especulaciones sobre el papel de Mohamed Asha, neurocirujano del North Straffordshire Hospital. Nació en Arabia Saudí en una familia de médicos palestinos que se trasladó a Jordania en 1991, donde él se crió y cursó con brillantez sus estudios de Medicina. Fue detenido con su mujer mientras viajaban en coche a su casa en Newcastle-under-Lyme. Tienen un hijo de corta edad. La familia del doctor Asha en Jordania le describe como "un estudiante formidable" y un "intelectual brillante", y le consideran "incapaz" de haber participado en una trama terrorista.
Se cree que los otros dos detenidos son dos médicos o estudiantes de medicina, de 25 y de 28 años, originarios de Oriente Próximo. Fueron arrestados el lunes pasado en los pabellones del personal del Royal Alexandra Hospital.
La comunidad médica británica ha reaccionado con estupor al saberse que la mayoría de los detenidos por los intentos de atentado son doctores o trabajadores del sistema médico. Si es cierto que hay médicos implicados, esto sería una "traición no sólo a la sociedad, sino también a su propia profesión", dijo Edwin Borman, de la Asociación Médica Británica, a la cadena BBC. "La primera regla del juramento hipocrático es simplemente no hacer daño", agregó Borman.
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