Controles, cámaras y vallas disuasorias
Los servicios de seguridad del Reino Unido impusieron ayer rígidos controles a los vehículos que pretendían acceder a estaciones, aeropuertos y otros puntos neurálgicos. El objetivo de los controles era triple: disuadir a los potenciales autores de nuevos atentados al hacerles ver que tienen muchas posibilidades de ser detectados antes de actuar, dificultar un posible atentado creando un embudo de automóviles y, en tercer lugar, poder registrar los coches sospechosos.
La policía prohibió la llegada de automóviles -incluidos taxis- junto a las terminales de los principales aeropuertos y aconsejó a los viajeros el uso del transporte público. Los coches que querían recoger o dejar pasajeros en las terminales eran obligados a desviarse a los aparcamientos. Sin embargo, una vez alcanzada la terminal, las cosas ya no estaban tan mal para los viajeros. Apenas se cancelaron vuelos y los retrasos fueron moderados, incluso en el aeropuerto de Glasgow, que opera ya con relativa normalidad.
En las entradas de muchas estaciones de tren y aeropuertos, la policía instaló cámaras para escanear las matrículas de los coches y comprobar casi al instante si se trataba de algún vehículo bajo control, sustraído o con matrículas falsas. A media tarde se produjo una alerta en la estación de Waterloo, en Londres.
La protección especial se ha extendido también a acontecimientos públicos como el torneo de tenis de Wimbledon. A las constantes interrupciones que el torneo está viviendo este año debido a la lluvia que cae de forma intermitente, pero muy a menudo, se han unido las cuestiones de seguridad.
Por la mañana se instalaron unas aparatosas vallas de hormigón para evitar que un hipotético coche bomba pudiera acercarse al All England Club. Vallas semejantes se habían instalado también en algunas estaciones londinenses como Waterloo y Victoria. Y, como ocurrió la víspera en el concierto por Diana de Gales en Wembley, los espectadores fueron cacheados uno a uno antes de entrar en el estadio.
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