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Crónica:Fútbol
Crónica
Texto informativo con interpretación

'El Gordo' se estrella ante Robinho

El gran momento de Suazo, delantero de Chile, no impide la victoria de Brasil

Diego Torres

Leonardo pesa unos 120 kilos. Tiene piel suficiente para unos cuantos tatuajes y muchas cicatrices. También tiene memoria. A sus 50 años, este jefe de la barra brava del Estudiantes de La Plata ha sido testigo de los sucesos que marcaron las últimas cuatro décadas del fútbol suramericano. Por su aspecto calloso, se diría que ha perdido la capacidad de asombro. No es así. Ayer se paseaba por el hotel de Argentina impresionado por la actuación de El Gordo Suazo.

A pesar de tener a Suazo, Chile acababa de perder frente a Brasil. A Brasil le alcanzó con Robinho. El gran partido de Robinho, que marcó tres goles, no empañó, sin embargo, el prestigio del chileno. El delantero de Monterrey se valió por sí solo para desajustar a la defensa brasileña. Alex, Juan y Gilberto Silva no lograron suprimir la amenaza de un jugador que está en alza.

El chileno, de pasado casquivano, es la clase de ídolo capaz de generar adicciones

A veces, los milagros tienen explicación. La profesionalización y posterior gloria de Humberto Suazo, apodado El Gordo, se comprende gracias a la intervención de un entrenador que bien podría tratarse de su alma gemela. Un técnico que, cuando era jugador del Milan, fue fulminantemente despedido por Arrigo Sacchi. El entrenador italiano no dudó en sentenciarlo ante Silvio Berlusconi, que era su mecenas. "El Bichi", dijo, "no lleva la vida de un futbolista".

El Bichi es Claudio Borghi, también conocido como Panzón Parrillero. Un futbolista bohemio que poseía un talento tan grande que hizo pensar a los directivos del Argentinos Juniors que podían vender a Maradona porque tenían a su sucesor. No fue exactamente así, y su carrera se diluyó antes de tiempo. Hoy, Borghi es el entrenador del Colo-Colo. Sólo él, que sabe de qué habla, pudo rescatar de la marginación a un delantero que asombra a América.

Suazo es la clase de ídolo capaz de generar adicciones en cualquier barra brava. Su pasado casquivano le condenó a debutar en la Primera División chilena con 25 años. A los 19, fue expulsado de las categorías inferiores del Universidad Católica por faltar a los entrenamientos. Dicen que sólo acudía los miércoles. La predisposición al absentismo le condenó a las Ligas menores. Fatigó en el Magallanes, en el San Antonio Unido y en el San Luis Quillota. Una lesión terminó por perjudicar su aparición. Pero desde 2006, cuando le fichó el Colo-Colo, confirmó todas las expectativas que generaban sus números. Alentado por un entrenador que le entiende, logró 70 goles en 75 partidos entre la Liga, la Copa Suramericana y la Libertadores.

"Lo que hizo Suazo contra Gimnasia en el estadio Ciudad fue impresionante", recuerda el barra brava del cruce de la Copa Suramericana de la temporada pasada. "Colo-Colo se defendió con diez y lo dejaron solo arriba. Los defensas de Gimnasia lo mataron a patadas. Pero él seguía. Hizo tres goles. El último, cuando debía estar fuera por lesión. ¡En el minuto 90! Rompió a la defensa por velocidad, se fue y definió con la zurda".

A diferencia de su adversario chileno, Robinho siempre fue un chico obediente. No en vano Carlos Dunga, un seleccionador de aire marcial, siempre le consideró la referencia de su equipo. Le valoró por encima de Ronaldinho y Kaká y esto precipitó las tensiones de las figuras. En el vestuario de Brasil hubo quien interpretó las preferencias del técnico hacia el delantero de São Paulo como un desprecio hacia las otras dos celebridades. La renuncia de Kaká y Ronaldinho a la selección esconde turbulencias que perjudicaron a Robinho más que a nadie. El delantero del Madrid debió convivir con la responsabilidad máxima en el equipo más exigido del planeta. En una noche en la que Brasil nunca encontró el hilo del partido, sus tres goles fueron una demostración de poder que Dunga recibió como su salvación.

Al final del encuentro, el técnico hizo una reflexión insólita. Desacreditó su propio trabajo al decir que Brasil no podrá jugar bien como equipo. A su selección sólo la pueden salvar los golpes de genio. "Lo que hará la diferencia en Brasil es lo individual", advirtió; "tenemos que aprovechar la individualidad de cada jugador brasileño. Tuvimos poco tiempo para prepararnos".

Robinho se quitó méritos: "Los tres goles no significan nada. Ahora tengo que repetir contra Ecuador. Jugué bien, pero, si el equipo no se clasifica, todos se olvidarán de esta actuación. Lo que está claro es que, si alguien se atrevió a borrar a Brasil de esta Copa América, ya sabe que estamos vivos".

Suazo (a la derecha) forcejea con Gilberto Silva durante el partido Brasil-Chile, jugado en la madrugada de ayer.
Suazo (a la derecha) forcejea con Gilberto Silva durante el partido Brasil-Chile, jugado en la madrugada de ayer.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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