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La noche madrileña de los Stones

La raíz negra salva la noche

Los Stones son los Stones, lo cual es una obviedad tan grande como decir fútbol es fútbol. Pero, en lo musical, el cuarteto osciló entre esa frase tan española de "Dios mío, que bajón ha pegado el abuelo este último año" y el encontrar que sí, que después de todo, cuando apuntan bien, son capaces de ofrecer todavía grandes momentos en sus conciertos. Alguno de ellos fue la recuperación del final gospell de You can't always get whayou wan, o el sentido homenaje al maestro Ray Charles, con una ubérrima ejecución del clásico Nightime (Is the richt time). Incluso la interpretación por parte de Keith Richards de la blusera You got the silver, durante la cual el padre del pirata parecía que se iba a ir al suelo preso de algún delirio alcohólico; suerte que sabemos que tienen prohibido por contrato beber o colocarse durante la gira.

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En cuanto a los momentos más flojos, los clásicos Satisfaction y Honky Tonk Woman, en las que quedó patente que con el mito solo no se afina. Fue la raíz negra pues, la que salvó un espectáculo en el que ofrecieron dos canciones menos que en otras capitales europeas, aunque el balance con esta banda siempre termina siendo positivo. Si a estas edades, se siguen atreviendo a hacer lo que hacen, a ver quién es el guapo que les dice de hacer una gira por teatros. Igual te parten la cabeza.

Una vez más los Rolling Stones de 2007 salieron bien parados del desafío que supone tocar rock and roll, ese estilo tan físico y en el que sólo los intérpretes de raíz negra consiguen salir indemnes más allá de los sesenta.

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