José Luis Fernández Noriega, médico
Fue subsecretario del Ministerio de Sanidad y consejero de la Comunidad Autónoma de Madrid
José Luis F. Noriega no era un médico típico. La política le tentó en las aulas universitarias y casi siempre se impuso al ejercicio estricto de su profesión.
En el Ministerio de Sanidad jugó un papel importante en la época de aplicación de la Ley de Sanidad que promovió Ernesto Lluch.
Persona afable y cálida, aunque correoso negociador, llevó el peso de múltiples acuerdos, primero como jefe de mi gabinete y después como subsecretario hasta 1991. Conocía muy bien la mentalidad de los profesionales sanitarios, organizados en numerosas especialidades y muy jerarquizados generacionalmente en esos años de profundos cambios. Para mí fue una ayuda impagable para moverme en ese complejo mundo.
En aquella época de organización del Sistema Nacional de Salud, tuvimos que integrar colectivos e instituciones, públicas y privadas, muy diversas, y al mismo tiempo transferir las competencias a las CC AA [Comunidades Autónomas] e implantar la universalización de la asistencia. Inevitablemente abundaron los conflictos al alterarse un statu quo muy consolidado y al no poder atenderse simultáneamente las demandas heterogéneas de todos los colectivos.
El doctor Noriega contribuyó a solucionarlos ordenadamente en negociaciones muchas veces informales fuera del Ministerio. Era un subsecretario menos apegado a los rígidos procedimientos administrativos que a la búsqueda de consensos sobre las medidas que se adoptaban.
En muchas ocasiones reflexionamos a solas sobre lo razonable de muchas demandas que se nos acumulaban sin poder atenderlas por limitaciones presupuestarias. Los dos aprendimos uno del otro: él de economía y yo de sanidad.
Hubo muchas iniciativas que salieron adelante con su empuje: la Organización Nacional de Transplantes, la aplicación realista de la Ley de Interrupción del Embarazo, la extensión de la atención primaria, el aumento de plazas MIR, la primera Ley del Medicamento, la puesta en marcha del Consejo Interterritorial con las CC AA, de agradable recuerdo, y muchas otras.
El sistema sanitario debe agradecerle su dedicación. Por desgracia yo no podré pagarle ya mi deuda de gratitud.
Julian García Vargas fue ministro de Sanidad (1986-1991).
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