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CiU asegura que no exigirá la Generalitat a cambio de pactar con el PSOE en Madrid

Duran acepta consensuar con CDC la estrategia de la federación en política española

Tras una tormentosa semana, Artur Mas y Josep Antoni Duran sellaron ayer un pacto transitorio de no agresión. Los dos líderes de CiU acordaron mantener cuantas reuniones sean necesarias para consensuar la estrategia de la federación en política española y, más concretamente, fijar las condiciones para una eventual participación en el Gobierno central después de las generales de 2008. Ambos han tenido que ceder. Duran acepta compartir con Mas la toma de decisiones y éste se compromete a calmar a las bases convergentes y a no exigir al PSOE la Generalitat como contrapartida.

Conscientes de que el reñido y publicitado debate de la pasada semana sólo ha servido para proporcionar munición a la izquierda en Cataluña y trasladar a la opinión pública una imagen de guadianesca crisis en CiU, Mas y Duran se sentaron ayer a negociar durante dos horas. Y desempolvaron, por enésima vez, la pipa de la paz. Acordaron las bases de un armisticio que, si persiste la fuerza de la tradición, uno u otro quebrantará tarde o temprano.

La estrategia del líder democristiano de explorar, después de las elecciones generales, una eventual entrada de CiU en el Gobierno central obtuvo fumata blanca. Algo es algo, porque hasta ahora buena parte de las bases convergentes -las más soberanistas- demonizaban esta posibilidad. Un hipotético pacto que se sustentaría sobre la base de unas condiciones consensuadas entre los dos partidos de la federación y de un programa de Gobierno acordado con la formación que resulte victoriosa en las elecciones, sea cual sea. No obstante, tanto Duran como Mas se resisten a imaginar una negociación con el Partido Popular si antes no retira el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto catalán. El PSOE, por tanto, aparece como socio prioritario.

Mas y Duran se reunirán otra vez en las próximas semanas para fijar estos requisitos, que en ningún caso incluirán contrapartidas como un cambio de escenario gubernamental en Cataluña, tal como pretendía parte de la ejecutiva de Convergència. Es decir, que puede darse el hipotético escenario de que CiU gobierne en Madrid con los socialistas mientras en Cataluña seguiría calentando los bancos de la oposición. "No pediremos nunca que sea en el ámbito de la política española donde se decida quién ha de gobernar en Cataluña y como condición sine qua non que cambie el presidente de la Generalitat de un día para otro", señaló ayer Duran en una entrevista en Localia Televisión. Duran vaticinó que los cambios "caerían por su propio peso", en referencia a una mejora de las relaciones entre socialistas y nacionalistas.

CiU, no obstante, cree que puede exigir compensaciones políticas que puedan poner contra las cuerdas al tripartito catalán. Por ejemplo, tener presencia en todas las comisiones bilaterales de desarrollo del Estatuto. Otras fuentes apuntaban a la posibilidad de arrancar al PSC un compromiso de respeto a la formación más votada en las siguientes elecciones autonómicas.

En cualquier caso, si el diálogo entre Mas y Duran da sus frutos, una ejecutiva conjunta entre Unió y Convergència, el próximo 23 de julio, dará luz verde a las condiciones de la posible entrada de CiU en el Gobierno central. Después, todo dependerá de la aritmética electoral.

El democristiano no salió mal parado de la reunión de ayer. Tampoco Mas, quien se comprometió a calmar a sus bases, sobre todo con vistas al Consejo Nacional -máximo órgano entre congresos- de este próximo sábado. En esta asamblea, Convergència dará su pleno apoyo a la candidatura de Duran y la dirección rechazará cualquier intento de sus cuadros de cuestionar al democristiano y la estrategia de implicarse más a fondo en la gobernabilidad de España.

No obstante, ayer, el alcalde de Sant Cugat, Lluís Recoder, uno de los valores en alza en CDC, consideró "preocupante" y "díficil de gestionar" un gobierno de coalición con el PSOE sin al mismo tiempo "gobernar en Cataluña".

"Maniobra chapucera"

Los socialistas catalanes se regocijaron ayer al unísono por los problemas en Convergència i Unió. El primer secretario del PSC, José Montilla, habló largo y tendido sobre las disputas en el primer partido de la oposición en la reunión de la ejecutiva. Y lo hizo para tranquilizar a las bases socialistas: la Generalitat no es negociable por más que el PSOE pueda necesitar el apoyo de CiU en Madrid, vino a decir Montilla. Después de la reunión, el viceprimer secretario, Miquel Iceta, abundó en ello en conferencia de prensa y calificó de "maniobra chapucera" cualquier intentona por parte de Artur Mas de convertirse en presidente de la Generalitat a través de un pacto PSOE-CiU.

La dirección del PSC también aprovechó ayer que los problemas de CiU copan la actualidad política para comenzar a trabajar discretamente en la preparación de su congreso de 2008. Desde que Iceta defendiera en un documento interno la necesidad de "renovación de caras" en el partido, los movimientos se han disparado. Ayer el PSC acordó crear cinco grupos de trabajo para que en septiembre se pueda abrir el debate precongresual en las federaciones locales del partido. Combatir la abstención y hacer calar en la sociedad la labor del partido en las instituciones son sus principales retos.

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