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Reportaje:

El ocaso de Valle-Inclán

Un nieto del escritor detalla sus últimos meses en Santiago, marcados por la enfermedad y la relación con algunos intelectuales galleguistas

"Vengo para que haga usted un milagro conmigo". Con estas palabras se presentó el escritor Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) en la consulta de su amigo, el doctor Manuel Villar Iglesias, cuando llegó de vuelta a Santiago para tratar de curarse en su clínica del cáncer que un año más tarde acabaría con su vida. Ocurrió en marzo de 1935. Esas últimas vivencias, marcadas siempre por la sombra de la enfermedad, fueron momentos que el creador del género del esperpento aprovechó para viajar y disfrutar de sus viejas amistades, que conservó a pesar de sus numerosas y prolongadas estancias fuera de su tierra.

De esta época final, tan poco conocida y estudiada, habla uno de sus nietos, Javier del Valle-Inclán, en la publicación Valle-Inclán en Compostela. A derradeira estadía en Galicia, el primer título de la nueva colección Cadernos de Compostela. Editada por la concejalía de Cultura de Santiago, el libro bucea en esos últimos meses de la vida del literato. "Él se venía a curar", opina Javier, que cuenta algunos viajes que su abuelo realizó durante ese período y de los que hasta ahora no se tenía noticia. Como cuando se trasladó en coche hasta A Coruña para asistir a una corrida de toros, de los que era gran aficionado, o cuando visitó en Vigo la exposición de Manuel Colmeiro, o una comida en Ourense con Ramón Otero Pedrayo.

El libro documenta los elogios de 'A Nosa Terra' al dramaturgo tras su muerte

"Al escritor le gustaba estar con la gente joven, hablar con ellos y que les contaran sus inquietudes", explica su nieto, "y los más dinámicos eran los que estaban en la órbita del Partido Galeguista". En especial, Javier documenta cómo este partido publicó en el semanario A Nosa Terra un comunicado justo después de la muerte del autor. "Venía a decir: 'Hay quien piensa que la obra de Valle-Inclán no es gallega, pero nosotros pensamos que sí por espíritu, por raza, por sentimiento'... Me extraña mucho que nuestros historiadores patrióticos bien mantenidos no hayan hecho jamás alusión a este comunicado", comenta Javier.

Es un mes de homenajes para el escritor: la Fundación Eugenio Granell de Santiago organiza a lo largo de junio una exposición (con objetos personales, fotografías y recortes de prensa), lecturas de su correspondencia, de parte de su obra y recorridos por los lugares que frecuentaba el dramaturgo. Entre ellos, los cafés en los que se realizaban tertulias históricas; reuniones de intercambio de ideas, que marcaron una época y sin duda al escritor.

¿Le hubiese gustado ser político? "No, no creo. Aunque le propusieron como candidato a las Cortes Constituyentes, y de hecho se presentó por el Partido Radical de Lerroux. O sea, que alguna vez lo pensó, sí". Amable y cercano para sus amigos, al escritor le precede una fama de mal genio que su nieto justifica: "Cuando una persona se pasa la mitad de su vida en los cafés y en la calle, algún día tiene un pronto. Si además alrededor tiene a seis personas que están tomando nota, claro, queda patente que tenía muy mal carácter".

Hoy en día, no existen traducciones de las obras de Valle-Inclán al gallego. Su hijo Jaime, padre de Javier, se negó siempre a autorizarlas defendiendo que, si hubiese querido escribir en gallego, lo hubiese hecho. Por eso, explica Javier, tampoco se tradujo al euskera ni al catalán. "Yo no compartía ese criterio", reconoce. "Si alguien quiere traducir un texto de Valle, habría que permitírselo". Por ahora sus descendientes no se han vuelto a plantear esta posibilidad. La familia tiene la propiedad de los derechos de autor hasta 2016, año en que pasarán a dominio público.

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