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Crónica:Baloncesto | Final de la ACB
Crónica
Texto informativo con interpretación

Reyes de la Liga

El Madrid se apoya en el recital del 'pívot' mundialista y en la magnífica labor del equipo para derribar al Barça

Robert Álvarez

El Real Madrid vuelve a reinar. Fue el de las mejores ocasiones. No pudo enfrentarse a mejor rival ni en mejor escenario, el Barça y el Palau, para certificar su regreso a la cumbre. Mucho tiempo y muchos proyectos le ha costado recuperar la credibilidad. Algo que tiene que ver con un título de Liga, pero no exclusivamente. Ya lo ganó hace dos años con aquel rocambolesco final y triple decisivo de Herreros en Vitoria. Pero el triunfo de ayer desprende otro aroma, el de la recuperación de una estructura, de un estilo, de una coherencia. Todo, después de un curso muy difícil, en el que ni siquiera disputó la Euroliga y en el que perdió de manera inesperada la Copa del Rey. Lo bordó en el cuarto partido de la trepidante serie final, en el Palau, donde definitivamente Joan Plaza se doctoró como entrenador de máximo nivel y donde emergió un jugador como Felipe Reyes que, no por conocido, ha dejado de sorprender por su capacidad para transformarse definitivamente en un primer espada de verdad, en el jugador de la Liga.

W. BARCELONA 71 - REAL MADRID 82

Winterthur Barcelona: Lakovic (15), Navarro (5), De la Fuente (3), Kasun (4) y Marconato (4) -equipo inicial-; Trias (6), Vázquez (6), Basile (2), Kakiouzis (11), Grimau (9) y Ukic (6).

Real Madrid: Tunçeri (15), Bullock (12), Mumbrú (2), Reyes (21) y Hervelle (7) -equipo inicial-; Sekulic (5), Smith (10), Raúl López (10), Tomas (0) y Hernández-Sonseca (0).

Árbitros: Amorós, Pérez Pérez y Redondo.

Palau Blaugrana. 7.300 espectadores. Felipe Reyes fue elegido Jugador Más Valioso de la final, al mejor de cinco partidos. El Madrid logró su 30º título al vencer por 3-1.

4º CUARTO

3º CUARTO

2º CUARTO

1º CUARTO

22-27

11-20

17-17

21-18

Felipe, ahora, también anota y se echa el conjunto a las espaldas como los grandes
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Felipe Reyes ha dado un enorme salto de calidad. Lo ha demostrado a lo largo de toda la serie final, en la que marcó el pulso vital del Madrid. A su físico longilíneo, pero suficiente para fajarse contra los gigantes; a la rapidez de ejecución de movimientos, a su buena colocación y determinación para capturar el rebote y a un juego de pies propio de un bailarín de claqué añade ahora una virtud capital, el acierto en el lanzamiento.

En definitiva, de eso se trata. De meterlas. Y Felipe, de un tiempo a esta parte, las cuela a mansalva. Eso le permite asumir algo más que un papel importante. Le da ocasión de echarse el equipo a las espaldas como los grandes de verdad. Llevar el peso del juego, pedir la bola y jugársela, especialmente cuando más quema. Ivanovic no encontró el antídoto. Marconato era burlado por activa y pasiva. Si se le arrimaba, Felipe le hacía una finta y le rebasaba; si le concedía espacio, Felipe sacaba a relucir su ahora excelente tiro desde cuatro o cinco metros. Mucho trabajo se adivina en esa mejora. Encima, rebotea con la vivacidad de una anguila y es listo como el hambre.

El Madrid corrigió su horroroso inicio del tercer partido, el pasado viernes también en el Palau. No estaba dispuesto a sucumbir con una losa semejante. Plaza dio la vara de mando a Tunçeri y el base turco movió al equipo con desparpajo. Sus compañeros le secundaron con una fluidez en las transiciones y en las situaciones de ataque que dio propulsión a chorro al equipo. El Barça le vio la apuesta. Lakovic afinó y Kasun salió como un toro. El primer cuarto se redondeó a base de puntos, sin faltas casi, sin un solo tiro libre. Una delicia de espectáculo.

Pero se empezó a observar que el Barça tenía las de perder. Cedía posesiones, se rajaba en la defensa, no encontraba a su Felipe, se veía perjudicado por las meteduras de pata de Kasun. Ivanovic relevó a Lakovic. Navarro no arrancaba. Basile, tampoco. Felipe continuaba a lo suyo y, cuando se cansó y fue relevado, Sekulic lo bordó. Smith anotó dos triples desde su casa y el Madrid puso la directa. Llegó a dominar por 19 puntos (33-52).

Para colmo de males, Navarro falló un par de tiros en los primeros compases del tercer cuarto. No importó que el equipo lo necesitara como el aire. Ivanovic actuó como suele. No deja pasar ni una. Lo cambió ipso facto. Tal vez, pensó, tenía que frenar al Madrid amordazando su ataque. Lo consiguió, pero sólo a medias. Con Grimau, Trias y Vázquez, el Barça atascó el ataque del Madrid, entre otras cosas porque Reyes bajó el pistón. La brecha se redujo a diez puntos (44-54), pero el Madrid contó con jugadores que acudieron al rescate, caso de Tunçeri con un triple, otro más, fenomenal cuando más apretaban el Barça y el Palau.

El Madrid volvió a poner la directa. Reyes se recuperó y Raúl López se añadió a la fiesta. Faltaban siete minutos y medio y la cosa estaba decantada (53-70). Pero faltaba la puntilla. El Palau nunca se rinde. Está demostrada la enorme capacidad del Barça para dar un golpe de riñones y salir de la situación más embarazosa. Ivanovic volvió a prescindir de Navarro y el Madrid jugó a controlar el juego. A punto estuvo de quemarse en el intento. Grimau, Ukic y Kakiouzis estrecharon el margen (71-75). Un triple de Raúl López rompió la quimera azulgrana para rubricar el triunfo y un ejercicio de ensueño para el Madrid.

Reyes tapona un lanzamiento de Kakiouzis.
Reyes tapona un lanzamiento de Kakiouzis.EFE

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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