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Reportaje:Fútbol | Comienza la Copa América

El gancho de los petrodólares

Venezuela, por empeño de Hugo Chávez, organiza su primer gran evento, con Brasil y Argentina como grandes favoritos

Diego Torres

La Copa América se juega desde 1916. Es el torneo de fútbol internacional más antiguo que existe, y su próxima edición arranca mañana en Venezuela impulsado por una inyección de 900 millones de petrodólares. El gobierno de Hugo Chávez lo declaró asunto de Estado antes de aprobar la construcción de infraestructuras en nueve ciudades anfitrionas. El país nunca había organizado un acontecimiento tan importante. La participación de 12 selecciones (las diez federaciones suramericanas más Estados Unidos y México en calidad de invitados) asegura una confrontación amalgamada de potencias, países con tradición secular y mundos futbolísticos en desarrollo. Como siempre, Argentina y Brasil se presentan con tales expectativas que da la impresión de que ya se preparan para disputar la final. Aunque, como dice Dunga, el seleccionador brasileño: "Argentina es la favorita".

Las ausencias de Kaká, Ronaldinho y Ronaldo hacen que Robinho tenga que vestirse de líder
Basile tiene superpoblado el centro del campo, pero sólo cuenta con un enganche: Riquelme

Dunga es la imagen del anacronismo. Apenas instaló a su selección en el balneario de Puerto de la Cruz, junto a las playas del Caribe venezolano, el técnico se puso a dirigir un ejercicio concentrado en el remate. "¡Más rápido! ¡Más fuerte! ¡Más velocidad!", gritaba, alarmado ante la falta de gol de sus hombres, y convencido de que sus consignas acarrean el remedio. El país con la cantera más técnica del planeta ha llevado a Venezuela una selección hecha para los fuertes, rápidos y potentes. Hasta el momento, Brasil da la impresión de haberse convertido en un equipo vulgar. La situación se agrava debido a las ausencias. Sin Ronaldinho, Kaká y Ronaldo, el equipo vive en una deriva de riesgo. Obligado por las circunstancias, Robinho, el más desequilibrante, deberá asumir un papel de líder. Dunga, que no consigue dotar al equipo de un estilo reconocible, se siente traicionado. El sábado señaló con el dedo: "Kaká y Ronaldinho han generado un desgaste innecesario al renunciar a venir a Venezuela. Yo nunca lo habría hecho. Para mí acudir a una llamada de la selección era un orgullo. No por el fútbol, sino por la oportunidad de servir a mi patria".

La criba de Brasil comenzó en 1998. La crisis de convulsiones y vómitos de Ronaldo en la víspera de la final del Mundial de 1998, en París, fue un síntoma de la incidencia perniciosa del márketing en la vida de los jugadores. Venezuela es la culminación de una historia de incompatibilidades. Ahora los futbolistas no se reprimen. Proclaman abiertamente que se cansan del fútbol. Así lo han hecho Ronaldinho y Kaká, que han preferido irse de vacaciones antes que acudir al torneo. También otras figuras con menos nivel de compromisos, como los mexicanos Salcido, Pardo y Osorio, que solicitaron a Hugo Sánchez que no los convoque porque sufrían una mezcla de "cansancio físico y mental".

El fenómeno de la alienación profesional de los futbolistas alcanza a todos los grandes equipos. Sólo Argentina permanece inmune. Esto ya sorprendió al ex seleccionador, Marcelo Bielsa, en 2000: "Lo admirable es el espíritu amateur de este plantel", dijo. Aquel grupo, liderado por Simeone, comenzó a vivir como lo sigue haciendo éste: al margen del tráfico de la AFA, siempre atenta a la venta de derechos. Ni un solo futbolista argentino ha puesto condiciones para unirse a la concentración de Basile en Maracaibo. Están todos. La mayoría son veteranos de uno o más Mundiales. Ayala (Valencia), Riquelme (Villarreal), Crespo (Inter), Gago (Real Madrid), Messi (Barcelona), Heinze (Manchester) y Mascherano (Liverpool) vienen de los equipos más agitados de Europa. Algunos, como Gago, nunca se fueron de vacaciones durante su vida profesional. Otros, como Verón, rechazaron contratos en Ligas europeas para volver a jugar en sus clubes de origen.

La respuesta de los jugadores a la convocatoria habla de un carácter muy particular. También revela un deseo apremiante. Argentina no gana un título desde que alzó la Copa América en Ecuador, en 1993. En el camino han quedado dos buenas generaciones de jugadores que se sintieron convencidas de merecer mucho más de lo que obtuvieron. El último golpe, la eliminación ante Alemania en Berlín, en los cuartos de final del Mundial, tuvo un efecto estimulante. Mientras en Brasil hay dimisiones, en Argentina, un año después del fracaso, hacen cola por entrar en la lista. Esto, sin embargo, no esclarece la incógnita del juego. Tanto para Brasil como para Argentina, el torneo servirá para determinar de una vez a qué juegan estos equipos. Hasta ahora, es el misterio mejor preservado de América.

Si Brasil debe sobrevivir a las bajas de Ronaldo, Kaká y Ronaldinho, Argentina tiene un problema de superpoblación por resolver en el medio campo. Basile considera a Riquelme "el único enganche que hay", un "estratega", mientras que a Verón lo ve "partiendo de frente, a 40 metros del arco rival", pero no como enganche. Entre medias quedan las incógnitas de la colocación de Gago, Mascherano y Maxi Rodríguez.

En la primera fase, Paraguay, con una amplia nómina de buenos delanteros, medirá la capacidad de los argentinos más que Estados Unidos y Colombia. Tal vez Brasil encuentre adversarios más competitivos. Chile, México y Ecuador forman un grupo áspero, aunque desgastado por las bajas.

En la zona de los Andes se enfrentarán Uruguay, Bolivia, Perú y Venezuela. Con una mezcla de alivio y autocompasión, los locales han bautizado al cuarteto como El Grupo de los Muertos. Cuentan con Arango en su apogeo y están seguros de pasar a la siguiente ronda. Esto sería un resultado histórico para Venezuela, el equipo con la trayectoria más pobre de Suramérica.

La selección argentina se entrena el viernes en Maracaibo.
La selección argentina se entrena el viernes en Maracaibo.ASSOCIATED PRESS
Robinho y Alex Silva bromean en la concentración brasileña.
Robinho y Alex Silva bromean en la concentración brasileña.AP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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