Deslumbrando a las estrellas
Las reservas libres de contaminación lumínica, en estudio
Hace tan sólo 50 años los habitantes de cualquier ciudad andaluza podían contemplar, a simple vista y en una noche despejada, miles de estrellas (hasta 7.000 en condiciones óptimas). Hoy sólo se puede disfrutar de este espectáculo natural en zonas rurales apartadas. El cielo nocturno se ha apagado porque la iluminación artificial, excesiva y mal diseñada, ha terminado por ocultar los astros tras un espeso velo blanquecino. En el caso de las grandes capitales esta burbuja de luz, visible a varios kilómetros de distancia, es capaz de reducir el número de estrellas visibles a cifras que apenas suman algunas decenas.
Este fenómeno, que sólo parecía preocupar a los astrónomos, ha terminado por convertirse en un problema cuyas consecuencias inquietan a colectivos muy diferentes, desde naturalistas hasta promotores de turismo. Así se puso de manifiesto el pasado mes de abril cuando se celebró en la isla de La Palma la primera Conferencia Internacional en Defensa de la Calidad del Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las Estrellas, encuentro auspiciado por la Unesco y coordinado por el investigador español Cipriano Marín. La conferencia sirvió para poner en marcha la iniciativa Starlight, que incluye un ambicioso plan de acción en el que destaca el diseño de reservas asociadas a enclaves como las reservas de la biosfera, los parques nacionales o los lugares patrimonio de la humanidad.
"Estas reservas", explica Marín, "se convertirían en espacios comprometidos con un cielo nocturno limpio y podrían ubicarse en el entorno de los observatorios astronómicos, para garantizar el trabajo de los investigadores, en espacios naturales, donde la contaminación lumínica afecta a la conservación de la biodiversidad, o en zonas urbanas, en las que se recuperaría el disfrute de los ciudadanos a vivir bajo las estrellas".
En Andalucía hay, al menos, dos espacios naturales que parecen firmes candidatos a incorporarse a esta nueva red de reservas: Sierra Nevada y Doñana. A juicio de Marín, "es muy posible que al menos estos dos parques nacionales, que también son ya reservas de la biosfera, incluyan la protección de sus cielos nocturnos cuando en 2008 se reúna la conferencia mundial del Programa MAB
de la Unesco". Y también habrá que considerar las actuaciones que se han desarrollado en algunos municipios de la región para combatir la contaminación lumínica, decisiones que los acercan a esta propuesta.
Ya en 1990, los responsables del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) y el Instituto de Radioastronomía Milimétrica, ambos con sofisticados equipos situados en las cumbres de Sierra Nevada, redactaron un informe sobre la incidencia de la contaminación lumínica en sus investigaciones. En el documento advertían a las distintas administraciones del "paulatino deterioro de la calidad astronómica del cielo de Sierra Nevada". Una llamada de atención que en 2001 recogió Manuel Pezzi, como presidente de la Comisión Parlamentaria de Medio Ambiente, y que dio lugar a una proposición no de ley que instaba a la "recuperación paisajística del cielo nocturno" en Andalucía. Seis años después la propuesta aún no se ha materializado en acciones concretas, aún cuando entonces se cifró en más de 30 millones de euros el ahorro energético, por año y a escala regional, derivado de una iluminación más eficiente orientada a moderar el problema de la contaminación lumínica.
Los beneficios de este tipo de acciones también repercutirían en la conservación del patrimonio natural ya que, como explica Marín, "el exceso de luz artificial afecta, por ejemplo, a millones de insectos, alimento básico de otros muchos animales, o a las especies migratorias que se orientan por la luz de las estrellas o de la luna, y a las que le hemos ocultado el camino hacia su destino".
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