La presunción de inocencia
Fue una conquista de la Ilustración; figuró en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y está en la Constitución española de 1978, artículo 24, apartado 2: la presunción de inocencia. Hoy nadie la discute, en teoría, pero en los medios de comunicación, audiovisuales y escritos, aparecen constantemente presuntos asesinos, presuntos ladrones, presuntos violadores o presuntos terroristas. Y hay gente, incluso, en alguna tertulia, que subraya, en plan garantista, lo de presunto... ¿Son presuntos culpables del delito del que se les acusa o presuntos inocentes hasta que no medie sentencia firme?
Este diario, en su primera página, el jueves 14 de junio, titulaba a dos columnas: Presunto asesino de toda su familia con 16 años. El sumario precisaba: Detenido un joven como sospechoso de la muerte a cuchilladas de sus padres y su hermano en 2004.
El suceso rebosaba sangre. El padre, 50 cuchilladas; la madre, 17, y el hermano pequeño, de 14 años, otras 17 puñaladas. Un crimen sin aclarar del que el periódico había seguido informando, con una doble página el domingo 29 de octubre de 2006, en la que se indicaba que la policía consideraba que "el homicida era un psicópata que actuó movido por el odio".
A la información de primera página del jueves 14 de junio siguieron otras más discretas. La policía registra casas de la familia del joven del triple crimen de Burgos, el viernes 15 en la página 27; El joven detenido por el triple crimen de Burgos insiste en su inocencia, el sábado 16, en la página 37. Y a una columna, el pasado martes 19, en la página 26: La juez libera al sospechoso de matar a sus padres y a su hermano en Burgos.
En las primeras informaciones el detenido aparecía con su nombre y apellido y figuraba una fotografía familiar facilitada para anteriores reportajes. En la última información, la que daba cuenta que la juez le dejaba en libertad, sólo aparecían iniciales.
En medio, una historia terrible. Tres asesinatos. La detención de un joven de 19 años, hijo y hermano de las víctimas, que en el momento del crimen tenía 16 años, que se declaró inocente en el momento de su detención, durante los interrogatorios policiales y los exámenes psicológicos que le realizaron en un centro de menores, y cuyo nombre y rostro ha aparecido en muchos medios, no sólo en éste, como presunto culpable del terrible asesinato de sus padres y de su hermano.
La columna, pese a dar noticia de que la juez no había apreciado "suficiente solidez en los indicios portados por la policía" para mantenerlo detenido, incluía párrafos como el siguiente:
Marcado de por vida
"Él fue siempre el sospechoso número uno del crimen, pero sólo ahora, tres años después, la policía había logrado recabar pruebas de la autoría, según explicaron fuentes policiales a este periódico la semana pasada. R. B. D. R., sin embargo, sostiene que es inocente". Y añadía: "Los cuerpos de los tres asesinados sumaban un total de 99 puñaladas, y ese ensañamiento fue uno de los motivos que dirigió las pesquisas hacia el entorno familiar de los fallecidos. Según la policía, el joven ahora en libertad estaba celoso del trato que sus padres dispensaban a su hermano menor, mientras que él, que en el momento del crimen tenía 16 años, estaba internado en el centro de los hermanos gabrielistas de La Aguilera, en Aranda de Duero".
La acusación policial, que por el momento no ha conseguido convencer a la juez después de los interrogatorios policiales y de los exámenes psiquiátricos, se extiende por la información como una sospecha permanente. Una breve información, el pasado jueves 21, mantenía que el joven, pese a estar en libertad sin cargos, continuaba "incurso en la causa".
¿Qué pensará un joven de 19 años que vive una experiencia semejante? Ser el principal acusado del asesinato de sus padres y de su hermano, declararse inocente y ser tratado como "presunto asesino" por los medios, aunque una juez no haya encontrado en las pesquisas de la policía pruebas que sostengan la acusación. ¿Y si se trata de un error policial?
El Defensor, en contra del lo que dice el Libro de estilo de EL PAÍS -pedirá humildemente que se cambie en futuras edi-ciones-, considera que la presunción siempre debe ser de inocencia, y nunca de culpabilidad.
El Libro de estilo de EL PAÍS, en su diccionario, en la entrada presunto-ta afirma: "Una persona es 'presunta delincuente' cuando se han abierto diligencias judiciales contra ella; si no se le han abierto todavía es 'supuesta delincuente".
De acuerdo con la redacción de esa entrada, todos aquellos ciudadanos que no tienen diligencias judiciales abiertas contra ellos pueden ser "supuestos delincuentes". Creo que es una redacción desafortunada. No hay presuntos delincuentes, aunque tengan diligencias abiertas. Estarán encausados, procesados, pero no serán delincuentes hasta que un tribunal así lo decida.
Los ciudadanos tardaron siglos en conseguir el derecho a la presunción de inocencia, al igual que a no declarar contra sí mismos o a no confesarse culpables. La defensa de esos derechos nos compete a todos.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonear al número 91 337 78 36.
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