El letrado de Toro implica a la trama asturiana para salvarle
Hay dos tipos de abogados defensores en el juicio del 11-M. Unos son los que se limitan a intentar exculpar a su cliente sin salpicar a los coimputados. Los otros son los que se apoyan en el resto de procesados para salvar a su cliente, aún a expensas de hundir al otro. Juan Carlos Herranz, el defensor del asturiano Antonio Toro, tomó esta segunda vía para pasmo de sus compañeros de estrado. Le dio a Larbi Ben Sellam, a Abdelmajid Bouchar, a José Emilio Suárez Trashorras, Iván Reis Palicio, Raúl González, Rafá Zouhier y a alguno más. Y Toro, ¿qué pintaba en todo esto? Nada, salvo intentar que la banda de Jamal Ahmidan, El Chino, no se vengara del timo que le había dado Trashorras atacando a su hermana y ya ex mujer del ex minero.
El alegato de Herranz estaba escrito a mano, en letra diminuta y casi apelmazada, con un horror vacui a la página cuadriculada de su cuaderno. Vino a decir que Toro tenía sus negocios, sí, pero se había desvinculado de Trashorras, con el que no se podía ni ver por los líos en los que metía a su hermana. Toro, dijo, nunca presionó a Ivan Reis para que bajara explosivos a Madrid a cuenta de Trashorras para saldar una cuenta que tenían pendiente.
Lo que contó de él Rafá Zouhier se debió a que éste "es un mentiroso habitual". "Rafá colabora con la UCO en plan estrellita y contó que Toro traficaba con explosivos para ganar puntos. De hecho, la UCO nunca creyó que Toro tuviera los explosivos que decía Zouhier", expuso. Es cierto que Félix Hernando, jefe de la UCO, aseguró que nunca creyó que los cuñados tuvieran escondidos los 150 kilos de explosivo que su confidente le dijo que tenían escondido en 2003.
Una venganza
El confidente Lavandera, quien también le implicó en tráfico de explosivos en 2001, lo hizo "por venganza". "Se ha prestado a este juego por venganza, para beneficiarse de la desgracia de tanta gente, para salir en los periódicos y vender libros". Francisco Javier Lavandera -como Toro, Trashorras y Zouhier- ha sido portada de El Mundo, que dibujó de él un perfil seráfico, y tiene un libro reelaborado por un periodista del citado diario y editado por dicha empresa.
Como ya hizo el día anterior el letrado de Trashorras, Gerardo Turiel, reputó como falsa la cinta supuestamente grabada en julio de 2001, pero que tenía datos de seis meses después, grabada por un guardia civil de Asturias y aparecida, por arte de birlibirloque, tres años después tirada en el patio de un cuartel. Lo que se hace en esa cinta es implicar a Toro con ETA. El motivo de citar a la banda vasca fue claro. "Querían perjudicar a mi cliente", dijo el letrado.
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