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Reportaje:

'Nexus', peligro inminente

Una potente droga alucinógena a la que se asocia con el sexo se abre hoy camino en 'raves' y otras fiestas

Más allá de la ya cotidiana cocaína, desde hace tiempo la droga común los fines de semana ha sido el llamado cristal, una solución granulada de éxtasis que ha pegado fuerte entre los jóvenes y que se consume o bien chupada, o bien ingerida en papel de fumar (es lo que se llama cristal en bomba).

En Valencia, se relaciona al menos una muerte de finales del año pasado con el consumo desquiciado de una sustancia que, además, desde hace un par de años ha provocado abundantes vacíos mentales en consumidores. El cristal -que no hay que confundir con el crystal meth, un compendio anfetamínico de efectos extremos- se ha venido haciendo fuerte en la noche valenciana porque los traficantes supieron venderla como una droga pura y de élite para gente que quería ir más allá de lo previsible, enlazándola a su vez con el concepto de "droga del amor" -droga de empatía emocional colectiva- que caracterizó al éxtasis pionero de finales de los años ochenta.

Sin embargo, hoy ya ha perdido la mayor parte de su halo, puesto que se vende bastante adulterado y se ha masificado hasta la vulgarización. Por todo ello, en los circuitos fiesteros más radicales se pontifica como sustituta -y con paulatino éxito- otra potente sustancia: la llamada Nexus, o 2C-B.

Se trata de un descubrimiento del químico norteamericano Alexander Shulgin, santón de las drogas de síntesis, bautizado inicialmente por él mismo como 4-bromo-2,5-dimetoxifenetilamina. Según Joan Carles Usó, historiador y sociólogo, autor de los libros Drogas y cultura de masas y Spanish Trip, la aventura psiquedélica en España, "la sustancia fue sintetizada a principios de los setenta, y sus efectos fueron estudiados por un círculo experimental próximo a Shulgin que se fue ampliando". El mismo Usó tuvo conocimiento de la droga hace ya años, en 1995. Aunque hace un tiempo que asomó al mercado ilegal, es hoy día cuando su penetración iniciática está siendo más real.

Para el traficante, considera Usó, "su atractivo comercial reside en que es sencilla y barata de elaborar". Para el usuario, "sus efectos guardan a la vez relación con los del MDMA o éxtasis y con los del LSD". "Se queda a medio camino entre lo que producen esas dos sustancias, sin llegar a ser ni una cosa ni otra", opina este especialista. Y respecto a su consumo, "en entorno seguro, y sin superar dosis de 40 miligramos, una persona adulta sana no se expone a gran peligro, aunque los efectos le reclamarán horas de actitud más bien contemplativa".

Sin embargo, no es ese el contexto en el que el Nexus -cuya nomenclatura recuerda a los androides Nexus 6 de la película Blade Runner- está desarrollando su trayectoria. Nada de entornos contemplativos, ya que se usa en los ambientes de juerga, en los que no hay control de los miligramos de ingesta. Sus panoramas habituales son las fiestas ilegales o raves que, con el verano, se celebran en la Comunidad Valenciana con cadencia casi semanal. Las consumen en ellas los que intentan estar más enterados y se sienten más lejos de lo establecido en materia de drogadicción. "Hay Nexus en dos formatos", comenta un joven cercano a estos círculos, "en cápsulas a 30 euros o a 50 euros, según la cantidad que lleven dentro". "A la vez flipas y bailas, y a veces da risa". En el interior de la cápsula roja hay polvo. La droga se ingiere o se inhala.

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En el ambiente raver, los más prudentes la toman sola, aunque ya se habla de casos de ingesta mezclada con el anestésico ketamina, con setas alucinógenas o con MDMA-cristal, y, por supuesto, con alcohol. Con todo, se disparan, como mínimo, las posibilidades de trastornos paranoicos para el usuario. El circuito de clubes no es ajeno tampoco a estas cápsulas que, además, los camellos venden con otro supuesto atractivo: el de que trastorna -al alza- el deseo sexual y su concreción física. "Es la droga para hacer cualquier cosa que te digan", apunta una usuaria veinteañera de sustancias. El verano pasado, en Ibiza, donde ya comienza una nueva temporada, se relacionaron escenas de sexo en grupo en las inmediaciones de afters salvajes -así como su posterior difusión vía teléfono móvil- con la circulación de estas cápsulas. También se relacionó con trastornos de turistas que acabaron de manera fatídica. Incluso se llegó a vender, de manera fraudulenta, supuesta "base de nexus".

"Lo que puede ser peor para nosotros", explica Vicente Pizcueta, vicepresidente de la asociación preventiva Controla Club, "es que se ligue el nexus a la mescalina, una droga que resultó popular en unos años ochenta valencianos que han quedado mitificados". Según el informe científico Toxicología de las drogas de síntesis, elaborado por diferentes especialistas de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna (Tenerife), el Nexus es análogo de un derivado de la feniletilamina cien veces más activo que la mescalina. Pese a que el Nexus tiene menos poder psicoactivo que este derivado, según Pizcueta, "esta conexión, junto a los veloces hábitos de consumo de hoy, y a la agilidad con que los traficantes intentan colocar nuevos productos, aconsejan prestar mucha atención al camino de la sustancia".

Cocaína y tranquilizantes, combinado letal

En una sesión de las recientes jornadas celebradas en Valencia de la sociedad científica española sobre el estudio de toxicomanías Socidrogalcohol, se constató que uno de los grandes problemas actuales de las adicciones es el combinado de las drogas ilegales y legales. Concretamente, de cocaína y Valium o Tranquimazín, relajantes que los consumidores toman para dormir después de largas sesiones de juerga estimulada.

Efectivamente, el goteo de problemas cardíacos -y muertes- relacionados con la mezcla es regular, sobre todo a partir de ciertas edades. La baja calidad de la cocaína actual acerca sus efectos a la anfetamina, lo que impide dormir tras la fiesta. De hecho, ya hay traficantes de coca que incorporan el Valium al paquete de venta. Y usuarios delirantes que se esnifan rayas de ambas cosas antes de dormir, para no perder el ciego mientras el organismo, supuestamente, se relaja.

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