Comunidades y lugares

La fotografía es un medio que siempre ha estado asociado de un modo u otro a la construcción de una mirada sobre el mundo. Cuando esa construcción se configura con rotundidad conlleva además el desarrollo de una experiencia sobre los lugares y las personas. Las dos exposiciones aquí reunidas son conscientes de esa práctica continuamente renovada que pertenece a la esencia misma de la historia de la fotografía, y que consiste en la elaboración progresiva de un relato sobre el mundo en el que se sabe de la inscripción de cada imagen en un espacio habitado por múltiples identidades. Precisamente la profundización en ese juego de identidades, o su descubrimiento cuando se trata de captar y hacer aflorar realidades menos visibles, es el argumento que sostiene uno de los más interesantes desplazamientos de la fotografía en los últimos años, ligado especialmente a la renovación y ampliación de las prácticas documentales.

Márgenes reúne las propues

tas de cuatro autores interesados en mostrarnos una serie de realidades poco visibles e insistentemente ignoradas a través de indicios cargados de sugerencias. Paul Seawright desvela el deterioro de las condiciones de vida en las grandes ciudades africanas como consecuencia de un crecimiento urbano desmedido y desordenado; Ricardo González descubre la intimidad abandonada de unas existencias precarias en las habitaciones de una pensión recién desalojada; Sunil Gupta muestra las fracturas en la identidad provocadas por los desplazamientos culturales y territoriales, y Guillaume Herbaut, en una propuesta de extraordinaria rotundidad y efectiva sencillez, profundiza en la cruda realidad de cientos de familias de Shkodra, una población albanesa regida por las leyes de la venganza, según una vieja tradición medieval reinstaurada tras la caída del régimen comunista. Cuatro propuestas bien ensambladas, con el objetivo común de acercarnos a la realidad de comunidades y lugares "secundarios" y una estrategia compartida que apuesta por la percepción y dimensionamiento de señales indirectas que nos ayudan a conocer y compartir identidades mínimas, que no son sino existencias humanas alejadas de la atención dominante.

Local, por su parte, plantea un reto interesante como es la necesidad de poner en valor la relación que mantiene la práctica fotográfica con el entorno, o por decirlo con palabras del comisario de la muestra, "el papel desempeñado por lo local en la obra de los fotógrafos". Aparecen reunidas once propuestas que revisan este concepto a través de diferentes géneros, desde el paisaje al retrato, pasando por la fotografía escenificada o las prácticas documentales con un fuerte acento antropológico. Esta muestra tiene la virtud de llamar la atención sobre la particular densidad y profundidad que alcanza la indagación fotográfica, cuando el fotógrafo centra su actividad en un entorno que le resulta próximo y conoce a fondo. Como consecuencia de este planteamiento, estos once trabajos evidencian también el interés de las pequeñas realidades cotidianas, de las existencias anónimas, de las comunidades reunidas por diferentes lazos de afinidad, algo que nos lleva a descubrir siempre nuevos territorios íntimos e identidades. Dentro de un conjunto realmente interesante, destacan en esta muestra algunas series de retratos, especialmente los realizados por Hazme el Madani en su estudio de Saida en el sur de Líbano, y los de Li Tianbing, en las aldeas de la zona oriental de China; y también las imágenes de Xavier Ribas, con su serie convertida ya en un trabajo de referencia sobre los "domingos" en la periferia de Barcelona, y las fotografías de Hans Aarsman, sobre Amsterdam, en las que sorprende muy agradablemente la utilización del pequeño formato, frente a la uniformización actual del gran formato.

Dos exposiciones, en definitiva, que asientan y muestran la importancia de dos conceptos fundamentales para la práctica fotográfica en su objetivo constante por representar y contar el mundo: proximidad y experiencia.