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Reportaje:

Las entrañas de la inmigración ilegal

Estafado un grupo de guatemaltecos a los que prometieron trabajo a cambio de dinero

Eduardo, un campesino menudo de 27 años, y 37 guatemaltecos más han caído en las zarpas de una red de inmigración ilegal, que les prometió papeles, trabajo en la construcción, la limpieza y la hostelería en España. A cambio, cada uno debía pagar entre 1.800 y 4.000 euros. Pero fueron estafados y abandonados por la red en suelo español. Ahora deambulan en el limbo legal de los sin papeles en busca de algún trabajo esporádico cargados de deudas...

Historias como la de Eduardo y sus compatriotas se narran asépticamente en los medios de comunicación de cuando en cuando. Pero ellos no quieren que su caso se quede en unas cuantas líneas impresas y que los estafadores "le hagan lo mismo a otros paisanos". Estos inmigrantes han denunciado su situación a través del defensor del ciudadano de Córdoba, la ciudad en la que permanecen 11 de ellos. El defensor, Francisco García-Calabrés Cobo, ha trasladado la denuncia contra el supuesto entramado criminal a la Fiscalía de la Audiencia de Córdoba. Además, ha remitido el caso a la Subdelegación del Gobierno para que "facilite la obtención de documentación" a los inmigrantes, algo previsto en la legislación de extranjería española.

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"No podemos volver"

Para comer y vestirse

"Con mucho miedo" por lo que le pueda pasar a su familia en Guatemala, Eduardo y otro de los inmigrantes estafados cuentan su pesadilla, eso sí, con su rostro y su identidad a salvo. Son originarios de la comarca agrícola de Santiago de Sacatepequez de Guatemala. Allí se ganaban la vida en el campo a través de una cooperativa que cultiva hortalizas para exportarlas a Estados Unidos. Pero, desde hace unos tres años, las cosas no marchaban bien. Las cosechas eran cada vez más escasas y aquello "daba para comer y vestirse, no para progresar", recuerda Eduardo. La cooperativa, de unos 300 agricultores, atravesaba momentos difíciles.

Pero una mañana apareció la esperanza vestida con buenas ropas. Dos individuos, que los inmigrantes señalan como los urdidores de la trama, se reunieron con ellos. El líder, un médico guatemalteco que presumía de sus buenos contactos internacionales, les aseguró que su futuro estaba fuera. Pero no en Estado Unidos, "donde los controles ya son más duros". En Europa. "Nos pintó un paraíso en España", recuerda Eduardo, "nos prometió el pasaje de avión, papeles, trabajo, 30 días de hotel hasta que empezáramos a trabajar..." Sólo tenían que entregarles unos miles de quetzales. Al cambio, entre 1.800 y 4.000 euros cada uno.

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"Nosotros no teníamos ese dinero y el doctor nos puso en contacto con una financiera", comenta Eduardo. Tampoco disponían de avalistas, así que la cooperativa respaldó la deuda que los emigrantes saldarían con el dinero que lograran trabajando en España.

La primera expedición, en la que viajaba Eduardo, llegó a Barcelona el 23 de marzo. Como turistas pasaron los controles sin problemas acompañados de los dos cerebros de la trama. No notaron nada extraño. Incluso, les permitieron telefonear a sus familias para tranquilizarlas.

Diez días estuvieron alojados en un piso de la calle Gaudí. "Nunca habíamos estado en un hotel y creíamos que era aquello". Pero una mañana, los miembros de la red se esfumaron con los más de 40.000 euros que ya les habían entregado. El propietario del piso los echó a la calle. Paralelamente, llegaron dos grupos más a España, en concreto a Córdoba. Y ocurrió lo mismo.

"Las deudas nos están ahogando, tenemos que pagar el crédito y mandar dinero a nuestras familias", asegura Eduardo, que tiene dos hijos en Guatemala que esperan su ayuda.

"Pero aquí no nos dan trabajo si no tenemos papeles, yo sólo he conseguido mandar 50 euros desde que estoy aquí", añade.

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