Esperanzas abortadas
Salía en la prensa del pasado fin de semana que una mujer que venía a Canarias en patera abortó en plena travesía y arrojó al mar a su hijo muerto, y después, sin anestesia, se pasa a lo bien que jugamos el Roland Garros o el trepidante final de Liga.
En medio del mar se ahogan las esperanzas de un futuro mejor, y no solamente las de los que aquí vienen; mientras tanto, seguimos con la miopía mental de ocuparnos de los habituales ladridos de todos los que no dejan de incordiar.
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