Los Picapiedra y el tango animan los hoteles
Micrófonos maltrechos, un par de focos y un esforzado cantante interpretando el éxito del verano mientras los turistas toman un cóctel junto a la piscina rodeada de palmeras. Hasta hace unos años, esto era todo lo que se podía esperar del concepto de animación en la mayoría de los hoteles. Ahora, las actividades se han multiplicado. Y también son más sofisticadas. "El cliente de hoy es muy exigente y quiere que le sorprendan desde que entra en el hotel", explica Enrique Folgado, director de animación de Sol Meliá (www.solmelia.com). "Más que un programa de actividades de animación, la gente busca experiencias: aprender a preparar tapas o a hacer una paella, saber fabricar velas, participar en una fiesta al estilo verbena, que la arquitectura y la iluminación del hotel sean evocadoras, que ocurran cosas, pequeños happenings, como un espectáculo de danza en medio de una cena japonesa".
Pero si el foco de la animación apunta con fuerza hacia alguien, es hacia los niños. Los hoteles van camino de convertirse en parques temáticos, con actividades y programas específicos para cada tramo de edad. Por ejemplo, el Sol Lanzarote y otros dos hoteles de la cadena Sol Meliá en Menorca tienen habitaciones ambientadas como una casa de los Picapiedra. Todo, desde el área de juegos hasta las actividades o el menú -se sirven bronto-desayunos-, recrea el mundo de la serie de dibujos animados y sus personajes prehistóricos -por allí se pasean Dino, Pedro y Pablo- que hoy día, eso sí, disponen de la consola Wii en cada habitación.
En el resort Barceló (www.barcelo.com) de Punta Umbría, en Huelva, un gigantesco castillo hinchable se erige sobre los 400 metros cuadrados de zona infantil. Este año, la piscina tiene un tobogán hinchable de 25 metros de alto, rodeado de islas sobre el agua y pasarelas acechadas por una gran serpiente, también hinchable. "La gente se muere de risa. Puede participar toda la familia. La animación en los resorts es fundamental: a igual precio, puede ser un factor decisivo", comenta Adriano Curri, jefe de animación de Barceló en Europa.
La fiebre de las mascotas ha llegado: Barsy en Barceló, los personajes de los Picapiedra en los Meliá y Do-Re-Mi en MSC Cruceros (www.msccruceros.es). "Todos quieren una mascota", comenta Carmen Barrera, jefa de recursos humanos de Acttiv, una empresa de consultoría turística que organiza la animación para unos 70 hoteles en España. "Los hoteles familiares suelen tener la animación más potente, y el muñeco les sirve también para el merchandising", explica.
John Travolta en la terraza
La otra gran tendencia en las noches de hotel es llevar al escenario la versión, adaptada por coreógrafos e interpretada por animadores, de los musicales de moda que triunfan durante el año. El de Queen, We will rock you, o el de Grease en los Barceló; el de Cats en los hoteles Riu (www.riu.com). "En los noventa se llevaban las noches de participación, se elegía la miss o el mister del hotel, la pareja ideal, se preparaban juegos... ahora cuesta muchísimo que los clientes salgan al escenario", dice Carmen Barrera.
Las adaptaciones arrasan: una del teatro negro de Praga o de los míticos espectáculos del Tropicana en los Barceló; un circo contemporáneo, estilo Circo del Sol, en los Meliá. Lo que no ha cambiado es el gusto por el baile. Sobre todo en el Caribe. En todos los resorts hay clases para aprender a moverse con la salsa, el merengue e incluso ritmos de Suramérica como el tango. Lo mismo sucede con el deporte: taichi, aquagym, yoga, pilates...
En alta mar "hay quien busca animación las 24 horas, literalmente", explica Emiliano González, director general de MSC Cruceros. Aparte de decenas de espectáculos y actividades, proponen cruceros temáticos. Si se escoge el de baile, hay clases constantes de chachachá, jazz, tango o salsa. En el de bienestar se multiplican las clases de técnicas de respiración, masajes o aromaterapia.
"Hace veinte años, todo era muy improvisado, pero ahora cualquier espectáculo tiene guión, una alta calidad tecnológica y es muy visual, ya que los clientes hablan diferentes idiomas", resume Enrique Folgado.
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